(La columna de Pablo Rodríguez Suanzes en El Mundo del 26 de
diciembre de 2012)
En los últimos dos años, pero particularmente, en
los últimos seis meses, en Europa se ha jugado una gigantesca partida de
póquer. Por un lado, los gobiernos de Atenas: primero Papandreu, después Papademos,
siempre Venizelos. Del otro, Merkel y Sarkozy, pero también, y de forma
progresiva, los ministros de Finlandia y Holanda junto a los máximos responsables
del FMI y el BCE. En juego, Europa, el euro y 11 millones de griegos. Las armas,
realidad y faroles: defaults, quitas,
bonos, manifestaciones, tan mezclados como peligrosos (http://www.economist.com/blogs/buttonwood/2011/11/debt-crisis).
Michael Lewis, preclaro, lo tituló a la perfección,
sin querer, en El póquer del mentiroso
(http://www.revistadeletras.net/el-poquer-del-mentiroso-de-michael-lewis), pero
le dio forma en Boomergan (http://www.nytimes.com/2011/09/27/books/boomerang-by-michael-lewis-review.html?pagewanted=all&_r=0).
El póquer, como concepto de riesgo, apuesta y peligro, está en la esencia misma
de Europa. En el número de marzo [de 2012] de Foreign Affairs, y con la percha de la reciente publicación de una biografía,
Daniel Bell escribe y describe la época de Richelieu: Poker Lessons From Richelieu. Retrato de un hombre de estado y un jugador
(http://www.foreignaffairs.com/author/david-a-bell). Bell sostiene -con
razón- que para entender al estadista francés sigue siendo imprescindible
acudir a Kissinger y J. H Elliot, y traza el perfil de un jugador consumado y
superior a Olivares, dispuesto a correr riesgos. Matt Matros, jugador
profesional de póker, explicaba el año pasado la crisis financiera a sus seguidores
usando ejemplo de fichas y apuestas.
Las similitudes históricas […] no acaban con la
Francia del XVII. El acuerdo del Eurogrupo incluye la exigencia de que Atenas cree
una escrow account, una especie de
cuenta de garantía o fideicomiso con fondos para asegurar el pago de su deuda.
Charlemagne, uno de los columnistas estrellas de The Economist (twitter.com/econcharlemagne), recordaba esta semana
que, en 1789, Alexander Hamilton «creó una especie de escrow account tras asumir la deuda de los estados»
(ushistory.org/us/18b.asp). No por casualidad, Lord Malloch Brown, […], reivindica
la figura de Hamilton y su llamamiento, como secretario del Tesoro de EEUU, a
la solidaridad para superar las adversidades. En un plano más cercano, Dimitris
Kontogiannis entiende la desconfianza de la UE, pero advierte con claridad en Ekathimerini.com
de los grandes peligros de poner los fondos en una escrow account (http://www.ekathimerini.com/4dcgi/_w_articles_wsite2_1_19/02/2012_428749).
Grecia necesita un futuro, por duro que sea.