jueves, 31 de diciembre de 2020

Aversión a la pérdida

 (Un texto de Jorge Parra en el Heraldo de Aragón del 3 de mayo de 2015)

Las personas tenemos una tendencia natural a evitar perder antes que ganar. En general, odiamos las pérdidas. Hasta tal punto que, según el profesor Richard Thaler, "la desgracia de perder algo tiene un peso dos veces mayor que la alegría de ganar eso mismo". Este sesgo de aversión a la pérdida nos impulsa a no hacer cambios, incluso cuando éstos nos benefician mucho. 

Si quiere convencer a alguien, no argumente con una posible ganancia sino con evitar una posible pérdida. El economista John List realizó en 2009 un experimento en una fábrica china, con el fin de estudiar el efecto de los incentivos económicos sobre la productividad. Se estableció un bonus del 20% del sueldo fijo a los trabajadores cuya productividad alcanzara las 400 unidades por hora. Sin embargo, este incentivo se comunicó por carta a los empleados de dos formas distintas. En un caso, la empresa se comprometía a pagar el incentivo mensual si el trabajador alcanzaba el objetivo marcado. En el segundo caso, el premio se otorgaba de antemano al empleado, pero se le advertía de que se le quitaría si no alcanzaba el objetivo. Aunque la productividad aumentó en ambos casos, fue muy superior en la vertiente "pérdida" que en la del "premio". 

La aversión a la pérdida genera un fuerte deseo de conservar las posesiones. Esta actitud nos puede llevar también a rechazar negocios que habríamos hecho en condiciones normales, renunciando a beneficios potenciales.
 

Una variante de la aversión a la pérdida es el efecto de dotación, que experimentamos cuando sentimos que lo que poseemos vale más que lo que no poseemos. Cuando vendemos algo nuestro lo valoramos extraordinariamente y pedimos más dinero del que estaríamos dispuestos a pagar por lo mismo. Esto sucede, por ejemplo, cuando valoramos nuestra casa a un precio muy superior al del mercado. Y es que, como dijo Antonio machado, "todo necio confunde valor y precio".

martes, 22 de septiembre de 2020

Medir bien

(Un texto de Jorge Parra en el suplemento económico del Heraldo de Aragón del 14 de junio de 2020)


Como señaló acertadamente Lord Kelvin, «lo que no se mide no se puede mejorar». Sin embargo, también podemos caer en el error contrario: medir en exceso, o medir mal. El profesor William Tayle señala que en algunos casos la obsesión por el cumplimiento de determinados indicadores es tan fuerte que su persecución sustituye al cumplimiento de la estrategia.

El caso de Wells Fargo es paradigmático: el banco ha tenido que asumir una multa millonaria y la pérdida de reputación debido a que sus comerciales abrieron cuentas corrientes sin su consentimiento a más de 3 millones de clientes, obligados al cumplimiento de unos objetivos de ventas que sus propios jefes consideraban inalcanzables. La suplantación de la estrategia por indicadores puede conducir a resultados catastróficos.

Cuando la administración colonial francesa en Indochina quiso erradicar el exceso de ratas aprobó una ley otorgando una recompensa por cada animal muerto entregado a las autoridades. Aunque el objetivo era controlar la plaga muchos ciudadanos se dedicaron a criarlas. Hay que tener cuidado en no confundir el fin -los objetivos- con los métodos de medición. La obsesión indiscriminada por las métricas podría llegar a hundir la estrategia de una compañía.

sábado, 29 de agosto de 2020

Bonos perpetuos

(Sacado de la wikipedia con algún comentario extra sacado de una entrevista leída en un periódico)

Bono perpetuo es un bono que no tiene fecha de vencimiento. En los bonos perpetuos el emisor paga un cupón para siempre, y no tienen que pagar al vencimiento. También se le suelen llamar bonos perpetuos a los que tienen un vencimiento muy largo, como 100 años. La mayoría de estos bonos son exigibles, es decir, el emisor puede pagar un precio de rescate y cancelar el recurso.

Uno de los primeros casos de un bono perpetuo fue la empresa Ferrocarriles de Chicago, que emitió en 1954, con un cupón al 5%, reembolsable en 2054 aunque en realidad se usan desde 1648, cuando una Junta del agua neerlandesa los emitiera para financiar las obras de reparación de un dique.

domingo, 19 de julio de 2020

Teoría del ‘enchufe’: la paz última


(Un texto de Carlos Salas en el suplemento económico de El Mundo del 27 de julio de 2008)

¿Ha enchufado usted a alguien? Si la respuesta es no, entonces usted está yendo contra la naturaleza, contra la sociedad y es posible que contra el bienestar común.

Enchufar es hacer un favor personal o familiar. Es un hábito que existe en todo el mundo, incluso en los países más desarrollados. Si no fuera así, ¿por qué se dice to pull strings for en inglés, o pistonner en francés? Los alemanes dicen jemanden einen Posten verschaffen, o sea, conseguir un puesto a alguien. Olé.

Si no existiera el enchufe en nuestra vida laboral y empresarial deberíamos estar preocupados porque la defensa de la familia, del clan o de la tribu se manifiesta a través de los enchufes y eso garantiza entre otras cosas la paz social, según el lnstituto Max Planck para el comportamiento humano. ¡Sorprendente!

No se asusten. Darwin ya estudió este comportamiento en El origen del hombre y lo denominó reciprocidad. Se dio cuenta de que los miembros de las especies de animales e insectos tenían una tendencia innata a echarse una manita. Y no era una actitud egoísta sino todo lo contrario: se hacía por el bien común y, en el caso de los humanos, era uno de los fundamentos de la moralidad: «To do good unto others-to do unto others as ye would they should do unto you - is the foundation-stone of morality» (Hacer el bien a otros, al igual que los otros con uno mismo, es la piedra basal de la moralidad). Pueden consultar sus obras completas en inglés en http://darwinonline.org.uk. En castellano sólo se ha digitalizado El origen de las especies en www.cervantesvirtual.com.

De ahí nació el estudio del altruismo y la cooperación, y una de las pruebas más recientes fue el famoso video grabado por un norteamericano donde se observa a un grupo de búfalos espantar a una manada de leones para salvar a un pequeño búfalo a punto de ser devorado.

Vayamos más lejos. La extensión de los lazos familiares da lugar entre los humanos a la monarquía. «Es el arquetipo de gobierno regido por el instinto de familia, con príncipes y princesas recibiendo privilegios gracias a los lazos de sangre más que a los méritos», dice Gerd Gigerenzer, director del departamento de Comportamiento Humano del Instituto Max Planck (está en el capitulo nueve de Gut feelings, que significa Presentimientos. Lo publica Penguin Books. En español en Decisiones instintivas de Ariel).

Los directores de personal tienen un método supuestamente científico de filtrar currículos y escoger a las personas idóneas para los puestos de trabajo. Pero eso es para las grandes empresas. Y España está llena de medianas y pequeñas empresas, donde ni siquiera hay directores de personal. De modo que no queda más remedio que~ acudir a las recomendaciones. ¿Es fiable este método?

Un estudio de la universidad de La Rioja publicado en marzo de [2008] afirmaba que los contactos personales son la mejor forma de conseguir un trabajo. O sea: «Manolo, te llamo para ver si le puedes encontrar algo para mi sobrinito. El chaval está ilusionado con trabajar. No hace falta que le pagues mucho al principio. Chapurrea el inglés, tiene muchas ganas de currar y no roba los bolígrafos». El 23% de los estudiantes y diplomados por esta universidad confesó haber encontrado trabajo gracias a la recomendación de alguien dentro de la empresa. Enchufe, a secas. Esta forma de encontrar empleo estaba por encima de la búsqueda por internet y la consulta de periódicos.

Cuando se dio a conocer el estudio, algunos blogs comenzaron a especular sobre las ventajas de esta fórmula. En el Blog Salmón, decían que era un estupendo sistema de selección de candidatos pues, ¿qué más fiable que una recomendación de los propios empleados? Además, el enchufado y el enchufante aumentaban su productividad porque sentirían sobre sus espaldas la responsabilidad de quedar bien ante los demás.

No es de extrañar que muchas empresas lo estén usando como sistema de búsqueda: preguntan a los empleados si conocen a alguien que pueda valer para un puesto determinado. ¿Por qué? Pues porque es mejor enfrentarse a alguien que tiene un buen catálogo de recomendaciones, que recibir CV anónimos y empezar un proceso de selección complejo y caro.

Creo que los dos sistemas son igual de buenos. A lo largo de nuestra vida laboral todos hemos enchufado o nos han enchufado en alguna ocasión. Creo que hay que reservar un porcentaje de nuestras relaciones profesionales a realizar favores personales, y entre ellos, a escuchar a los que nos piden enchufes, y que los demás escuchen los nuestros. Los interesados en la naturaleza humana recordarán los libros del americano Edward O. Wilson, considerado el padre de la ecología, quien desarrolló la teoría del altruismo soft y el altruismo hard. El primero es el que ya he expuesto hasta aquí, es decir, somos una gran familia y nos ayudamos mientras nos conozcamos. El segundo es más extremo, el de una persona que sacrifica su vida para salvar la de otros (un compendio estupendo es Sobre la naturaleza humana, FCE).

Es un comportamiento tribal que tiene sus extralimitaciones en casos de nepotismo salvaje, pero crea vínculos más fuertes entre nosotros. Cuando una persona de nuestro entorno entra en una empresa lo llamamos recomendación. Y cuando no es de nuestro clan se llama enchufe. Pero todo el mundo usa los mismos métodos. Los recomendados de los ricos entrarán en multinacionales y bancos de inversión. Y los de las clases menos pudientes, en restaurantes o talleres. Pero el comportamiento es el mismo. No sé si en las escuelas de negocios se estudia la importancia de la generosidad humana, porque detrás de esas relaciones no existen ni comprobantes ni facturas. Sólo un número de teléfono, una carta o un mail. No se puede medir la ayuda social, pero creo que es uno de los baluartes de la cohesión social. Y recuerden: lo importante no es Manolo, sino mantener la relación con el tío de Manolo.

domingo, 5 de julio de 2020

Rebajas contra la Gran Depresión


(Un texto de J.F. Losilla en el suplemento económico del Heraldo de Aragón del 12 de enero de 2014)

Pese a que en los últimos años han perdido el fervor y la popularidad de antaño, las rebajas de enero siguen siendo un acontecimiento para muchos compradores y un salvavidas para los pequeños y grandes comercios tras la campaña de Navidad. Unos precios reducidos hasta un 70% -incluso más- ejercen de sugerente atractivo para dar salida al stock pendiente.

Esta estrategia de márquetin tiene su origen en Estados Unidos, en la década de los 30, gracias a la audacia de un personaje talentoso y visionario, Fred Lazarus Jr. Capitaneó la tercera generación de los Lazarus, una estirpe que se instaló en Columbus (Ohio) y que en 1851 abrió allí una tienda de ropa masculina. Fue la génesis de un imperio -de nombre F & R Lazarus- que implantó y revolucionó la cultura de las grandes superficies.

Fred Lazarus Jr se crió tras los mostradores del negocio familiar. De forma natural asumió las riendas de la cadena y la condujo a un nivel superior. Hizo virtud de la necesidad y, en plena Gran Depresión, asumió una serie de decisiones que pasaron a la historia y que crearon escuela. Entre sus innovaciones, algunas anecdóticas como ser el primero en introducir las escaleras mecánicas en sus centros o en instalar equipos de aire acondicionado.

Su mayor aportación fue propiciar en 1929 una fusión que constituyó el primer gran grupo comercial de Estados Unidos, Federated Department Stores -hoy rebautizado como Macy's-, que incluyó a Lazarus de Ohio, Abraham & Straus de Brooklyn, Filene's de Boston, John Shillito Company de Cincinnati y Bloomingdale's de Nueva York.

Ante la salvaje crisis económica que sufría el país y el mundo en aquellos tiempos, con una brutal caída de las rentas y del consumo, Lazarus inventó un servicio: las compras a crédito. 'Compre ahora y pague más tarde' era su eslogan. También convenció al mismísimo presidente Franklin Delano Roosevelt para establecer de forma permanente que el cuarto jueves de cada mes de noviembre se celebrara el Día de Acción de Gracias, asegurándose así un calendario estable para el inicio de la temporada de Navidad. Una decisión que ha sobrevivido hasta nuestros días.

Finalmente, encontró una solución para desprenderse de los artículos que se acumulaban en las estanterías y en los almacenes. Les aplicó unos descuentos muy elevados durante determinados días a lo largo del año. La idea cosechó un éxito masivo. Así nacieron las rebajas.

En España este concepto no se aplicó hasta la década de los 40 de la mano de Galerías Preciados y El Corte Inglés. Una práctica que se ha convertido en tradición.
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