(Un texto de Luis Calvo en la revista Tiempo del 4 de agosto de 2017)
La alta volatilidad del
bitcoin ha
creado y destruido fortunas. Así funciona la principal criptodivisa en
circulación.
El 22 de mayo de 2010 el programador estadounidense Laszlo Hanyecz
tenía hambre. Y bitcoins, una moneda creada apenas un año antes,
prácticamente desconocida y con un futuro incierto. Nunca nadie la había
utilizado para comprar nada fuera de la web y carecía de cualquier
anclaje vinculado a la economía real. Laszlo, uno de los pioneros que
había confiado en la tecnología que respaldaba la moneda, decidió darle
un empuje. Ofreció en un foro de Internet 10.000 bitcoins a cambio de
dos pizzas “con cebolla, pimientos, salchichas, champiñones, tomates...
cosas normales”. Y un usuario, Jercos, aceptó. Ningún comercio admitía
bitcoins, así que las compró con su tarjeta de crédito en la cadena Papa
John’s y se las mandó a Laszlo. Su valor, 41 dólares (35 euros). Fue la
primera compra de bienes para la que se usó la nueva moneda, un hito
que marcaría el principio de un rápido crecimiento de su valor. En enero
de 2011 ya valían casi 10 veces más. Y al cierre de esta edición, esos
10.000 bitcoins tenían ya un valor de 27,46 millones de dólares (23,2
millones de euros).
Otro de los hitos que marcará para el futuro
esta divisa ocurría a principios de este mes. La moneda superó sin
grandes dramas la división prevista por la creación de Bitcoin Cash, una
alternativa creada por algunos críticos para tratar de superar los
problemas de velocidad en las transacciones. La solución adoptada por la
inmensa mayoría de los usuarios, mantenerse fiel a la moneda original y
su solución técnica, permitirá conservar a la comunidad unida y
demuestra que Bitcoin es fácilmente escalable si vuelve a presentarse el
problema. En todo caso, más allá de las reacciones que esta división
provoque en las próximas semanas, casi imposibles de predecir, aún mucha
gente desconoce cómo funciona, se crea, se compra o quién está detrás
de la criptomoneda más famosa.
¿Qué es un bitcoin?
El
bitcoin fue la primera moneda virtual descentralizada. No tiene ningún
Estado que la respalde ni una representación física en el mundo real. Se
basa en anotaciones contables informáticas que son verificadas por
nodos (ordenadores dedicados a esa labor) conectados a la red y
registradas en una cadena
(blockchain), que permite a cualquiera
comprobar la existencia de todas las transacciones realizadas hasta el
momento. Ninguna entidad lleva las cuentas ni responde del valor de la
moneda. Son miles de ordenadores particulares por todo el mundo quienes
realizan esa labor y el valor se establece por la ley de la oferta y la
demanda. Eso permite operar de espaldas a cualquier autoridad central,
sea un Estado o un banco. Las cuentas no pueden ser congeladas y los
pagos se hacen de persona a persona, sin ningún tipo de intermediación.
Permiten pagos rápidos desde y a cualquier país del mundo, casi exentos
de comisión y de forma irreversible, lo que aporta seguridad a quien
recibe el dinero. Además es imposible de falsificar dado el complejo
sistema de anotación criptográfica y permite cierto anonimato a sus
usuarios. Los bitcoins están identificados a través de códigos públicos,
compartidos por toda la red, pero no es necesario que esos códigos
vayan ligados a ninguna identidad física. El propietario los controla a
través de una clave que le da acceso a su monedero digital. Sin la
clave, resulta imposible que nadie opere con ellos.
¿Cuánto vale y cuántos hay?
Uno
de los principales problemas a los que se enfrenta Bitcoin es la alta
volatilidad que caracteriza a su cambio, con caídas y subidas del 30% y
40% en unos pocos días. En febrero de 2011 superó en valor al dólar y
cuatro meses más tarde se cambiaba por 32. Su mayor subida llegó dos
años después, entre octubre y noviembre de 2013, cuando pasó de los 202 a
los 1.120 dólares. E inmediatamente llegó la corrección. Unos meses más
tarde volvía a moverse en torno a los 200. Cuando se editó este número
un bitcoin se podía comprar por 2.746 dólares (2.326 euros), un poco
menos que en su máximo histórico, casi 3.000 (2.541 euros), el pasado
junio. Los altos precios se deben, en gran medida, a su escasez y la
incapacidad de acelerar su creación para responder a la alta demanda. En
la actualidad existen en circulación alrededor de 16,5 millones de
bitcoins, con una capitalización cercana a los 45.000 millones de
dólares (38.000 millones de euros). El ritmo de creación de nuevos
bitcoins está prefijado. Cada diez minutos aproximadamente surge un
nuevo paquete, aunque cada vez con menos monedas. En mayo de 2140 se
alcanzarán los 21 millones de unidades y entonces se detendrá su
producción. El 99% de estos 21 millones estarán disponibles en 2030,
mientras que el 1% restante se pondrá en circulación entre 2030 y 2140.
Su carácter digital e inmaterial le permitirá, pese a su escasez y el
altísimo precio de cada moneda, seguir siendo funcional para la
compraventa de bienes. Cada bitcoin está dividido en 100.000.000
satoshis (en honor a su creador) la unidad mínima con la que se pueden
hacer intercambios.
¿Cómo se pueden adquirir?
Lo primero que necesita el
usuario es descargar un programa que le sirva como monedero electrónico
en su ordenador o móvil. En él se guardarán las claves privadas que se
necesitan para acceder a los bitcoins registrados. Sin ellas, quedarán
fuera de la circulación y ni su propietario ni nadie podrá nunca más
utilizarlos. Es importante encriptar y asegurar las claves, si no las
protegemos alguien podría transferir a su cuenta todo nuestro capital.
Una vez descargado el monedero, hay tres formas de obtener bitcoins:
como pago por nuestros servicios, comprándolos directamente con otra
divisa o a con la creación de nuevas monedas. Nos centraremos, por el
momento, en la segunda. Existen multitud de casas de cambio que nos
permiten comprar bitcoins mediante otras divisas. Solo hace falta
registrarse y, por la cantidad estipulada por el tipo de cambio de ese
momento, adquirir la moneda. Son las casas de cambio quienes se encargan
de casar las ofertas de venta con la demanda de compra en función de
los precios propuestos. Las posibilidades de elección son inmensas.
Algunas de las clásicas son Bitstamp, Coinbase, Kraken o Bitcoin.de,
pero cada zona del mundo tiene sus casas más populares. El pago se
realiza con tarjeta de crédito y los bitcoins son enviados directamente
al monedero electrónico del comprador. Idéntico sistema es válido para
vender. El propietario acude a una de las casas de cambio y ofrece sus
bitcoins. Cuando el sistema encuentra un comprador dispuesto a pagar el
precio propuesto, la transacción se realiza automáticamente. Poco a poco
empiezan a verse por la mayoría de grandes ciudades también cajeros que
permiten obtener monedas de curso legal (euros o dólares normalmente,
en billetes) a cambio de bitcoins o al revés. Y son cada vez más, aunque
minoritarios aún, los comercios que los aceptan como pago.
¿Qué es el minado?
Es
la única forma de conseguir bitcoins sin que sean parte del pago de
otro usuario. Mientras que las monedas a las que estamos acostumbrados
son emitidas por un Gobierno o banco central en función de sus
necesidades, los bitcoins son descubiertos a un ritmo predeterminado por
los
mineros, miles de ordenadores puestos al servicio de la red
por particulares y que se encargan de verificar el historial de
transacciones de Bitcoin. Dichas transacciones solo son válidas cuando
esos nodos las verifican y sellan el apunte contable a través de una
complicada operación matemática
(hash) que evita falsificaciones. En función del número de
mineros activos
el problema será más o menos complicado y todos ellos compiten por ser
quienes garanticen matemáticamente el apunte que más tarde el resto
replica en sus apuntes. La recompensa a la resolución de ese problema
son paquetes de bitcoins, que se generan cada diez minutos
aproximadamente y premian al usuario responsable de ella. Desde el
verano de 2016 cada paquete es de 12,5 bitcoins (antes 25 y al principio
50) y se irá reduciendo cada cuatro años a la mitad. Eso hace que la
competencia cada vez sea mayor.
El sistema, ideado para descentralizar el
minado y
que cualquier usuario pudiera descubrir bitcoins, se ha pervertido con
el paso del tiempo. La rentabilidad de la moneda ha provocado que muchos
mineros (y empresas) se unan para conseguir una capacidad de
procesamiento mayor. En China, donde la electricidad y los equipos,
fundamentales para el
minado, son más baratos, se han montado
granjas donde
cientos de ordenadores se dedican día y noche a la tarea. Además, la
generación de bitcoins, más rápida en los primeros años, ha provocado
que un puñado de personas acapare la mayoría de las monedas. Basta para
muestra un botón. La fortuna del creador, Satoshi Nakamoto, se calcula
en más un millón de bitcoins, el equivalente a cerca de 3.000 millones
de dólares (2.541 millones de euros).
¿Quién está detrás de Bitcoin?
A
finales de 2008, un programador o grupo de programadores bajo el
seudónimo de Satoshi Nakamoto publicó un artículo en el que describía
una nueva moneda y el protocolo para llevarla a cabo. En enero del año
siguiente lanzaba el protocolo Bitcoin y su
software de
referencia, Bitcoin Core. Desde entonces la verdadera identidad de
Nakamoto ha sido objeto de polémica. Diversas investigaciones le han
identificado con personas reales, la última, Craig Steven Wright, una
teoría confirmada por él mismo. Sin embargo, su negativa a aportar
pruebas de ello ha deshinchado esa hipótesis.
¿Tiene un lado oscuro?
No
ha faltado quien acuse a Bitcoin de servir para el tráfico de drogas,
armas o el blanqueo de capitales por la falta de control que permite. Es
cierto que muchos delincuentes la han usado para tapar sus huellas,
pero no más que los billetes de 500 euros o las cuentas en paraísos
fiscales.