domingo, 30 de marzo de 2014

Comunicación empresarial: el cuento del hombre más rico



(Un artículo de Carlos Salas en el suplemento económico de El Mundo del 15 de marzo de 2009)

Uno de los mensajes económicos más esperados del año en EEUU no es el Discurso sobre el Estado de la Nación del presidente, sino una simple carta de una de sus mayores fortunas: Warren Buffett. La leen ricos y pobres, universitarios o graduados sociales, amas de casa o doctoras. 

¡Claro!, si es rico, todo el mundo querrá saber cuál es su truco, ¿no? Puede ser. Pero también se debe a la forma en la que está escrita. Es un ejemplo de cómo convertir un cuento en una Carta a los accionistas de Berkshire Hathaway. Estos son algunos extractos (se puede leer en www.berkshirehathaway.com).
La Carta no empieza diciendo «es una satisfacción para mí» o «tengo el inmenso placer de...». Nada de eso, Warren Buffett expone lo que más interesa: cuánto ha ganado su firma desde 1964. La media ha sido un 20% anual. Ha habido años en que ha ganado casi un 60%. Eso fue en 1976. Memorable. El peor año da la casualidad que fue 2008: las acciones perdieron más de un 9%, lo cual da una muestra de la crisis, desde luego. 

A continuación empieza lo divertido, porque Buffett escribe como si estuviera hablando en la cafetería de un motel. En primer lugar reconoce que 2008 ha sido su peor año. «Fue un año devastador», dice y, para explicarlo con un símil, añade, «los inversores de todas clases han quedado masacrados y confusos como si fueran pajaritos que se han extraviado en una partida de bádminton». 

¿Pajaritos? ¿Ha dicho pajaritos? Luego añade: «El lema que recorrió todo el país me recordaba el cartel que vi en la pared de un restaurante cuando yo era joven: 'Creemos en Dios, pero los demás que paguen al contado'». Se refería a un ingenioso giro de la frase que hay en los billetes de dólar: «In God we trust».
La caída de la actividad empresarial que siguió a todo esto, dice Buffett, se aceleró a un ritmo «que yo nunca había visto». «Estados Unidos y la mayor parte del mundo quedaron atrapados en un círculo vicioso que se retroalimentaba: el miedo empujaba a que la industria se contrajera, y eso, a su vez, condujo a un mayor miedo». 

Todo eso impulsó al Gobierno a tomar medidas masivas, y tomen nota, Buffett dice: «Usando términos de póker: el Tesoro y la Fed [la Reserva Federal] lo han apostado todo». Entonces, la medicina que «antes se había administrado en tazas ahora se da en barriles». Fueron medidas increíbles, pero si no se hubieran tomado quizá las consecuencias serían «cataclísmicas», porque «guste o no, Wall Street, Main Street [el ciudadano medio] y cualquier rincón de Estados Unidos, todos están en la misma barca». 

Sin embargo, y aquí llega la esperanza, «nuestro país ha afrontado peligros peores en el pasado». Buffett hace un recuento: «En el siglo XX sufrimos dos guerras mundiales; docenas de fases de pánico y de recesiones; una inflación virulenta que llevó los tipos de interés al 21,5% en 1980; y la Gran Depresión de 1930, cuando el desempleo osciló entre un 15% y un 25% durante años». 

¿Golpes? Buffett los llama «desafíos». «Y sin desfallecer, todos los hemos superado. A pesar de esos obstáculos y muchos otros, la calidad de vida de los norteamericanos ha mejorado desde 1900, pues el índice Dow Jones ha pasado de 66 a 11.497. Comparen los logros de este periodo con siglos anteriores en los que los humanos sólo obtenían ramplonas ganancias, si es que las tenían... 

A pesar de que el camino no ha sido fácil, nuestro sistema económico ha funcionado extraordinariamente bien a lo largo del tiempo. Ha desatado el potencial humano como ningún otro y continúa haciéndolo. Los mejores días de Estados Unidos están por venir». 

¿Pajaritos? ¿Bádminton? ¿Letreros en restaurantes? ¿Barcas? ¿Póker? Esto no es una carta a los accionistas. Es un cuento lleno de metáforas, símiles, recuerdos históricos, batallas bélicas, hundimientos, pruebas difíciles, superaciones y final feliz. 

He dicho varias veces en estas páginas que para comunicar algo, cualquier cosa, el medio más eficaz es usar imágenes. Palabras como «función», «estructura», «ciudadanía» o «problemática» no significan nada porque no se pueden dibujar. No se pueden imaginar. Pero todos los trucos usados por Buffett permiten que su mensaje al accionista llegue a su destino. Y hay más magia en esta carta de Buffett. Es un cuento. Su eficacia es la misma que la de todos los cuentos, pues está basada en los trabajos del héroe: el protagonista de su cuento es el pueblo americano que se enfrenta a tareas increíblemente difíciles, sufre, está a punto de morir, las supera con tesón y al final gana la batalla. 

Los trabajos de Hércules, la peripecia de Ulises, las aventuras de Don Quijote y los peligros de Luke Skywalker están cortados con el mismo patrón. Es el héroe que lucha y triunfa. Nos han contado ese cuento de mil formas pero sigue obteniendo buenos resultados porque encierra la lección de la vida: luchar y vencer... o morir en el intento. 

Hay un libro que se ha hecho famoso en las clases de Escritura Creativa que se titula El héroe de las mil caras. Escrito por Joseph Campbell, se limita a decir que todas las novelas, cuentos, películas y relatos, sean Tiburón, Caperucita Roja o El Rey Arturo, tienen el mismo patrón. ¡Y funcionan! 

Ahora, comparen eso con las cartas que escriben los presidentes de las empresas españolas para comunicarse con sus miles de accionistas: rígidas, formales, llenas de palabras abstrusas, secas, grises, sin una sola metáfora. En una palabra: aburridas. 

No sólo las cartas. Incluyo a las presentaciones en Power Point, los discursos, hasta los comunicados en la intranet de las empresas. Y nos torturan así porque piensan que de ese modo se ganan el respeto. Es un grave error. No interesa a nadie. La prueba es, ¿con qué se quedó la gente en el discurso de Obama en Chicago cuando ganó las elecciones? Con el cuento de la anciana de 106 años que por fin veía cumplir un viejo sueño, ¿Qué imagen sobrevivió a todos los discursos electorales de las elecciones españolas el año pasado? La ilusionada niña de Rajoy.

viernes, 28 de marzo de 2014

El buen neointervencionismo



(Un artículo de Miguel A. Belloso en el suplemento económico de El Mundo del 7 de diciembre de 2008. Lo triste es que sigue siendo válido)

Neo es un prefijo maldito en la política y en la economía. La izquierda ha cosechado un enorme éxito al respecto, hiriendo de muerte tal apósito, demostrando su pericia colosal en el arte de la propaganda. Puso neo antes que conservadurismo, y luego puso neo antes que liberalismo, y después pasó a denostar las supuestas consecuencias nefastas de ambos movimientos. 

Lo cierto es que ambos dos, el conservadurismo y el liberalismo, han demostrado ser grandes fuerzas motoras de la humanidad por la sencilla razón de que honran la tradición y la Historia y creen firmemente en los individuos, que son los únicos capaces de generar riqueza. Pero como esto es inaceptable para el socialismo, siempre adicto al Gran Hermano o el Gobierno que todo lo vigila y lo dirige -con la mejor intención del mundo-, la izquierda de después de la caída del Muro de Berlín no ha perdido un minuto para reivindicarse y buscar los resquicios para volver a expandirse. 

De modo que, ante la dramática crisis internacional que nos azota, ha patentado la idea de que la debacle ha sido el fruto lógico e indiscutible del neoconservadurismo y del neoliberalismo. Esto es lo que repiten todos los días [los dirigentes socialistas]. [Zapatero pensaba] que el futuro de Europa pasa por el Estado del Bienestar y por las políticas sociales, y que hay que empezar a olvidarse de la innovación financiera. 

Y yo me pregunto: ¿pero cómo podrían existir hoy Microsoft o Google sin la innovación financiera, que es la que ha generado los recursos necesarios para respaldar a los aventureros que han conseguido mejorar tanto nuestro nivel de vida? Pues no. Estas cosas son difíciles de aceptar y entender por los socialistas. Ahora toca el intervencionismo masivo, al que me permito adherir el prefijo neo para ver si lo inunda de toda la mierda que merece.

miércoles, 26 de marzo de 2014

La volatilidad de las expectativas de precios



(Un artículo de José Manuel Campa en el suplemento económico de El Mundo del 7 de diciembre de 2008. Curioso ver lo que ya se pensaba en aquel momento… -¿no suena a QE?)

Estamos viviendo momentos difíciles donde en un día pasan cosas que antes no creíamos que pudieran pasar en una década. En este contexto no parece extraño que pasemos en seis meses de hablar de riesgo de inflación, y de estanflación, a estar ahora obsesionados en preocuparnos por la posibilidad de deflación. Incluso se acabará acuñando un nuevo término, la estandeflación. Tenemos por primera vez en la historia a un Banco Central con un objetivo claro y que está haciendo bien su trabajo. Su objetivo es la estabilidad de precios a medio plazo, pero la paranoia sobre inflación/deflación está más excitada que nunca. 

En momentos de mucho ruido es importante acordarse de los principios más básicos. «La inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario» quizás sea la cita más famosa de uno de los economistas más famosos del siglo XX, Milton Friedman. También está siendo uno de los más citados en los últimos meses, especialmente en referencia a sus estudios y conclusiones sobre la gran depresión de los años 30. 

Pues bien, pensemos un poco lo que significa esta frase. La inflación es función de la cantidad de dinero que hay en la economía. Cuanto más dinero hay, para un número más o menos estable de bienes, significa que los precios de los bienes acabarán subiendo, y de ahí surge la inflación. 

¿Pero cuánto dinero hay en la economía? Esta pregunta, que en principio deberla ser de respuesta sencilla, no tiene una respuesta clara. La cantidad de dinero no es sólo los billetes y monedas que imprimen los bancos centrales. Eso es lo que los economistas llamamos la base monetaria. La cantidad total efectiva de dinero depende también de la velocidad con que ese dinero (la base monetaria) circule entre los distintos agentes. Si los agentes cogen los billetes y los meten debajo del colchón, el dinero no circula y la cantidad de dinero que hay es muy poca. Si los agentes cogen el dinero y lo mueven mucho, la misma base monetaria hace que la cantidad de dinero se multiplique varias veces. ¿Quiénes mueven el dinero? Principalmente los bancos, prestándolo de unos clientes a otros, generando sustitutos que puedan ser utilizados como dinero (como facilitando el uso de tarjetas de crédito, dando créditos o facilitando el descuento de pagarés Y otros medios de cobro y pago), y apalancándose ellos o ayudando a empresas y familias a hacerlo. 

Todos sabemos lo que está ocurriendo en la actualidad. Los bancos no están moviendo el dinero. Las familias y las empresas no lo tienen, así que tampoco lo pueden mover. Peor aún, como están apalancados lo poco que consiguen lo usan para devolvérselo al banco, así que se quedan sin él. Para compensar, los bancos centrales están imprimiendo muchísimo dinero, así que crece la masa monetaria pero disminuye, o no aumenta, la cantidad de dinero en la economía. 

Este proceso se ha extendido tanto que ya casi estamos en el extremo en el que terminen siendo los bancos centrales los únicos que presten y tengan que hacerlo ellos directamente a empresas y familias. Ya lo están haciendo implícitamente a los gobiernos, comprometiéndose a comprarles los bonos que vayan emitiendo para estimular la economía. 

Esta dinámica está haciendo que a corto plazo la cantidad de dinero en la economía sea aparentemente menor y que a menos dinero, siguiendo la cita de Friedman, para la misma cantidad de bienes nos lleve a un riesgo de deflación en el corto plazo. 

Pero ¿cuál es la expectativa razonable a medio plazo sobre la evolución de los precios? Tiene que ser claramente de inflación. Los bancos centrales están aumentando su masa monetaria de forma nunca vista. Los gobiernos han incrementado sus compromisos de gasto en los últimos 10 meses también de una forma casi sin precedentes. Estos gastos los tendrán que pagar en el futuro. Cómo lo pagarán no lo sabemos aún, pero la tentación de imprimir dinero para al menos pagar en parte lo que deben será alta.
Por lo tanto, lo único que cabe esperar a medio plazo son presiones inflacionistas, y además altas. Cuánto tardarán en realizarse dependerá de cuánto tarde el sector financiero en retomar a la normalidad. A prestar dinero, a crear sustitutos al dinero, a incrementar su velocidad de circulación. En resumen, a incrementar la cantidad de dinero en la economía. Está bien hablar de riesgo de deflación ahora a corto plazo, pero también es bueno mirar un poco más allá, y en cuanto levantemos las miras sólo veremos inflación.

lunes, 24 de marzo de 2014

¿Qué quieren ser nuestros hijos de mayores?



(Un texto en el suplemento económico de El Mundo del 13 de septiembre de 2009)

Las cosas no han cambiado mucho desde hace años. Los niños querían ser futbolistas y las niñas, enfermeras. Hoy, en el caso de los niños, el 31 % quiere desempeñar trabajos afines con el deporte, seguidos de los relacionados con la seguridad pública (10,7%) y las ciencias (10,1%). Es lo que revela la última edición de la encuesta ¿Qué quieres ser de mayor? realizada por Adecco y su fundación entre niños de 4 y 17 años, y que muestra además que la mitad de los 2.000 niños encuestados tiene una vena emprendedora, ya que el 57,1% de ellos crearía su propio negocio. 

Un 18% de los menores quieren ser futbolistas, (la profesión más deseada), seguida por la de policía, con un 5,6%, veterinario, con un 5,2%, médico y profesor, con alrededor del 4,4%. En cambio, el 26,1 % de las niñas apuestan por los trabajos relacionados con la enseñanza, el 13,9% con el mundo de los artistas, el 13% con la sanidad y el 9,8% con carreras relacionadas con los animales. Una de cada 4 niñas quiere ser maestra; el siguiente trabajo preferido es el de veterinaria, con un 8,3%, seguido de médico (7,2%). 

Por lo que se refiere a los universitarios españoles, una investigación de la Fundación Universidad-Empresa revela que 6 de cada 10 piensan que es «bastante difícil» o «muy difícil» encontrar un trabajo que les reporte ingresos suficientes para vivir, y menos de la mitad cree que podrá trabajar en algo relacionado con sus estudios. Los más optimistas son los estudiantes y titulados de Arquitectura, Ingenierías y Ciencias de la Salud. 

Al terminar la carrera, el 34,6% de los universitarios pretende buscar trabajo en una compañía privada. Los recién licenciados valoran aquellas ocupaciones que les permitan seguir estudiando, y las empresas innovadoras en las que se puedan asumir retos y en las que formen parte de un grupo, por encima de la retribución. Un 27,1% preparará oposiciones; un 14,9% realizará un máster; y sólo un 3% tiene pensado crear su propia empresa.

sábado, 22 de marzo de 2014

La ‘generación neet’, un peligro para la competitividad y el empleo



(Un texto de Tino Fernández en el suplemento económico de El Mundo del 13 de septiembre de 2009)
El reverso tenebroso de la fuerza emprendedora está en ese 14% de españoles de entre 16 y 24 años que ni estudia, ni trabaja. Un lastre para el nuevo modelo económico.

Para los Neet (Not Employment, Education or Training), la tópica pregunta del «¿estudias o trabajas?» resulta fácil y triste de responder. Ni lo uno ni lo otro. Según la OCDE, el 14% de los jóvenes españoles de entre 16 y 24 años no hace nada. 

Las carencias formativas se completan con los datos proporcionados por el último informe Panorama de la Educación. Indicadores de la OCDE, que recordaba esta semana que el 49% de los españoles de 25 a 64 años sólo ha finalizado los estudios obligatorios. Aunque este porcentaje ha disminuido (en 1997 llegaba al 69%). todavía nos sitúa lejos de las potencias europeas y de la OCDE. 

Volviendo a la generación NiNi, la de aquellos que ni estudian ni trabajan, el estudio realizado por la OCDE en la Unión Europea y Estados Unidos coloca a España en el cuarto peor lugar, por delante de Italia, Eslovaquia y Reino Unido. Según este informe, el 5% de los jóvenes españoles que abandonan los estudios tras la Educación Obligatoria, con 16 años, no están interesados en hacer nada y otro 20% queda atrapado en el desempleo. 

Montse Ventosa, fundadora de Employee Branding, cree que la contradicción entre las jóvenes generaciones que se deciden por el camino del emprendimiento y los llamados NiNis, puede tener una explicación: «Los primeros tienden al optimismo y a una cierta esperanza de que pueden cambiar las cosas, considerando la dificultad como una oportunidad para aprender y crecer. Los NiNis o Neet sienten que poco o nada pueden hacer por cambiar la situación, por superar las dificultades que plantea la crisis, y de alguna manera se dan por vencidos, quedando en una situación de desamparo que se traduce en estas cifras, y en la merma de talento para nuestros países». 

Para Krista Walochik, presidenta consejera delegada de Norman Broadbent, la existencia de una generación que ni estudia ni trabaja se da porque existe una estructura social y familiar que apoya esto. «Son jóvenes que han recibido todo con mucha facilidad, que han vivido en un entorno protegido hasta los treinta y tantos y que mantienen una estricta separación del ámbito del estudio y del trabajo. En otros países, como Estados Unidos, no se dan estas generaciones sobreprotegidas. Allí, la cultura del valor del trabajo es diferente y no existe esa red social o familiar que permite estar inactivo».
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