(Un texto de Jorge Parra en el suplemento económico del
Heraldo de Aragón del 7 de junio de 2015)
Tom AlIen, profesor del MIT, ha estudiado durante muchos
años la interacción entre empleados en las empresas, con el fin de identificar
patrones que aumenten la productividad y la innovación. La curva de Allen
describe la probabilidad de que dos personas de un mismo lugar de trabajo
lleguen a comunicarse. Se trata de una curva muy acentuada ya que, según Allen,
un empleado tiene diez veces más probabilidades de comunicarse con un colega
que se sienta en la mesa de al lado que con alguien situado en un despacho al
final del pasillo.
Allen llegó a una conclusión interesante: los empleados más
productivos eran los que participaban mayoritariamente en las conversaciones,
consultando diariamente con entre cuatro y nueve compañeros. Por el contrario,
los que tenían un rendimiento más bajo contactaban como mucho con uno o dos. La
curva de Allen ha impulsado cambios en la configuración del lugar de trabajo,
haciendo las oficinas más abiertas y dando más importancia a zonas comunes
informales como la cafetería. Potenciar las conversaciones en el lugar de trabajo
puede incrementar de forma extraordinaria la producción creativa.