viernes, 19 de febrero de 2021

La mano de obra que ayudó al despegue industrial

 (Leído en el Heraldo de Aragón del 23 de octubre de 2016)

¿Cómo eran las condiciones de vida del obrero aragonés de la metalurgia a finales del siglo XIX? Una jornada laboral normal correspondía a diez horas de trabajo, entre las 7.00 y las 18.00, con una hora para comer. El trabajo nocturno era muy escaso debido al elevado coste del alumbrado (gas) que incrementaba de forma muy considerable los gastos de producción. Por norma general no se trabajaba ni los domingos ni las fiestas religiosas tradicionales. Así, en Navidad se guardaba fiesta los días 25 de diciembre y 1 y 6 de enero, teniendo jornada reducida el 24 y el 31 de diciembre. Todavía no se habían implantado las indemnizaciones por despido, y las gratificaciones generales por beneficios eran una práctica esporádica y escasa. En la Fundición Averly cada operario recibió por Navidad en 1881y 1882 la cantidad de 1,25 pesetas, tal como analiza en su trabajo sobre el tema Agustín Sancho Sora 'La Fundición Averly (1880-1900). Nuevos aportes a la industrialización en Zaragoza'.

A finales del siglo XIX, existían dos formas habituales de retribución. En primer lugar, por unidad de tiempo empleada, lo que correspondía a diez horas diarias de trabajo. En segundo lugar, por semanas completas, independientemente de las horas trabajadas cada día, y de si había habido algún festivo. La masa salarial representaba un elemento muy importante dentro de los costes de producción. Si en 1890 la Fundición Averly dedicaba a este apartado 106.000 pesetas, tan solo diez años más tarde las cantidades se habían incrementado hasta las 142.000 pesetas. Los jornales fluctuaban según la cualificación de los operarios. En la fábrica de Carde y Escoriaza el precio de los jornales variaba desde las 3 pesetas que cobraban los principiantes hasta las 8 pesetas que cobraban los primeros obreros.

En cuanto al número de obreros ocupados en las principales industrias de Zaragoza, en 1895 trabajaban en la Fundición Averly 88 operarios, mientras que dos años después en Carde y Escoriaza había en plantilla 70 empleados. Ya en 1900 la Fundición Averly había subido considerablemente su volumen de negocio, aumentando hasta los 130 operarios. El caso de las industrias azucareras fue sensiblemente distinto. Como señala el profesor Carlos Forcadell, en el sector del azúcar se daba mucho el trabajo polivalente, "siendo frecuente la presencia de operarios que trabajaban en la azucarera alrededor de cuatro meses, dedicándose el resto del año a otros trabajos como camarero o transportista".

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