domingo, 15 de noviembre de 2015

Cultura organizativa

(Un texto de Jorge Parra en el suplemento económico del Heraldo de Aragón del 1 de noviembre de 2015)

La cultura de una organización es el conjunto de normas, valores, actitudes y creencias compartidas que configuran su personalidad y un estilo propio de hacer las cosas.

Aunque suele ser implícita, invisible e informal, tiene un claro reflejo en el comportamiento de las personas y en el funcionamiento de la empresa. ¡Cuántas fusiones, alianzas y acuerdos se han malogrado por no entender y gestionar adecuadamente las diferencias culturales!

A mediados de los ochenta, IBM decidió entrar en el sector de las centralitas telefónicas mediante la adquisición de Rolm, uno de los líderes más rentables del mercado. Originaria de Silicon Valley, tenía un estilo de gestión muy particular que la hacía muy atractiva: pagaba bien, daba mucha autonomía a sus profesionales y todos los viernes celebraba la fiesta de la cerveza.

Sin embargo, IBM enseguida impuso sus reglas, como que sus comerciales tenían que acompañar a los de Rolm en sus visitas a los clientes. Los directivos fueron abandonando la empresa y las ventas comenzaron a caer. Cuatro años después, IBM vendió Rolm con unas pérdidas superiores a los 1.000 millones de dólares.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Midiendo el pánico en la bolsa

Se llama Chicago Board Options Exchange Market Volability Index. Su traducción al español es algo así como Índice de volatibilidad del mercado de opciones de Chicago, pero los expertos en bolsa lo conocen coloquialmente como VIX.

Cuanto más sube este índice, mayor es el pánico que provoca entre los inversores profesionales. Mide efectivamente el grado de miedo que se apodera de los mercados y lo hace contabilizando las inversiones que se hacen para salvaguardar en parte las ganancias adquiridas. Es decir, que cuantos más activos de garantía se compran, más posibilidades de que haya batacazo, porque eso es lo que presienten los inversores.

miércoles, 15 de julio de 2015

Granos de trigo y capitalismo financiero

(La columna de Juan Manuel de Prada en el XLSemanal del 10 de febrero de 2013)

Hace unas semanas, en el programa de televisión que dirijo, Lágrimas en la lluvia, uno de los invitados, Francisco Gómez Camacho, S. J., profesor de historia del pensamiento económico, para tratar de explicar qué es eso del capitalismo financiero, recurrió a un símil, rescatado de la Teoría general de Keynes, que me pareció sumamente instructivo. Imaginemos a un agricultor que, tras sembrar su predio con granos de trigo, entra a casa y descubre en el barómetro que las circunstancias atmosféricas no son las idóneas para que los granos germinen. Vuelve entonces este agricultor a su predio y desentierra los granos de trigo; al rato, o al día siguiente, comprueba, tras consultar otra vez el barómetro, que las condiciones son óptimas y corre a sembrar de nuevo su predio; sin embargo, tales condiciones cambian drásticamente a las pocas horas, lo que lo empuja a desenterrar de nuevo las semillas... Inevitablemente, tal agricultor jamás llegará a recoger una cosecha. Sin embargo, solo quien así actúa puede llegar a cosechar frutos en la economía financiera.

El símil me pareció extraordinariamente didáctico; y, a medida que lo medito, le extraigo nuevas enseñanzas. En primer lugar, salta a la vista que el funcionamiento de la 'economía real' nada tiene que ver con el de la 'economía financiera': en efecto, si un agricultor se comportase igual que un inversor en bolsa, su tierra jamás daría fruto; por el contrario, ese mismo comportamiento, que en el agricultor calificaríamos de voltario y zascandil, al inversor en bolsa podría rendirle pingües beneficios. Lo que, inevitablemente, nos lleva a pensar que la economía real y la economía financiera tienen funcionamientos por completo distintos: el agricultor (o el fabricante de tornillos, o el dueño de una tienda) tiene que anticipar las circunstancias cambiantes, pero apechugar con ellas, arbitrando remedios que mitiguen sus consecuencias adversas; el inversor, por el contrario, a la vez que anticipa tales circunstancias trata de soslayarlas y de desprenderse de su inversión, para evitar las consecuencias adversas. Y si los funcionamientos de la economía real y la economía financiera son por completo distintos hemos de concluir que nos hallamos ante actividades de naturaleza también distinta, incluso antípoda: mientras el agricultor (o el fabricante de tornillos, o el dueño de una tienda) liga su destino al de la actividad que desarrolla, entablando con ella una relación vital de entrega y dependencia a través del trabajo, el inversor se desliga de las actividades a las que su inversión se refiere, en las que solo se implica mientras resulten rentables. Y puede darse el caso de que el inversor se enriquezca mientras el agricultor se empobrece; incluso de que el empobrecimiento del agricultor se corresponda exactamente con el enriquecimiento del inversor, que podría haberse anticipado mediante el uso de los 'barómetros' que emplea la economía financiera al colapso del sector agrícola cuando las circunstancias todavía parecían favorables.

El símil rescatado por el profesor Gómez Camacho nos descubre, a la postre, que la economía financiera no solo se rige por reglas por completo distintas de las que rigen la economía real, sino que también puede nutrirse con el descalabro de la economía real; o que, incluso, puede necesitar tal descalabro para seguir nutriéndose (como comprobamos hoy, cuando todos los recortes y reformas que imponen los mercados financieros se logran a costa de la economía real). Y es que la economía financiera se funda en la 'espiritualización' del dinero; es decir, en la obtención de un dinero desligado de los bienes y servicios que, en origen, el dinero representa. Tal 'espiritualización' del dinero se logra eliminando un componente primordial de la ecuación económica, que es el trabajo: si el agricultor del símil no se dedica a sembrar y exhumar y volver a sembrar los granos de trigo en su predio es porque hacerlo lo dejaría exhausto; y en su trabajo, más o menos capaz de hacer frente a las circunstancias adversas, se cifra a la postre el éxito de su actividad. En la economía financiera, en cambio, el inversor puede jugar con sus inversiones, sembrándolas y exhumándolas y volviéndolas a sembrar, porque no le cuesta trabajo.

Esta eliminación del factor del trabajo, que en la economía real es causa eficiente y primaria, es lo que a la postre define la economía financiera; y lo que explica que la economía financiera, aunque se ponga el disfraz filantrópico, conspire contra el trabajo. Porque está en la naturaleza de las cosas sentir aversión hacia todo aquello que no está en su naturaleza.

lunes, 22 de junio de 2015

La curva de Allen



(Un texto de Jorge Parra en el suplemento económico del Heraldo de Aragón del 7 de junio de 2015)

Tom AlIen, profesor del MIT, ha estudiado durante muchos años la interacción entre empleados en las empresas, con el fin de identificar patrones que aumenten la productividad y la innovación. La curva de Allen describe la probabilidad de que dos personas de un mismo lugar de trabajo lleguen a comunicarse. Se trata de una curva muy acentuada ya que, según Allen, un empleado tiene diez veces más probabilidades de comunicarse con un colega que se sienta en la mesa de al lado que con alguien situado en un despacho al final del pasillo.

Allen llegó a una conclusión interesante: los empleados más productivos eran los que participaban mayoritariamente en las conversaciones, consultando diariamente con entre cuatro y nueve compañeros. Por el contrario, los que tenían un rendimiento más bajo contactaban como mucho con uno o dos. La curva de Allen ha impulsado cambios en la configuración del lugar de trabajo, haciendo las oficinas más abiertas y dando más importancia a zonas comunes informales como la cafetería. Potenciar las conversaciones en el lugar de trabajo puede incrementar de forma extraordinaria la producción creativa.

martes, 12 de mayo de 2015

Un símbolo del paraíso fiscal

En George Town, capital de las Islas Caimán, hay un edificio blanco de cinco plantas y conocido como "Ugland House". En este bloque tienen su sede más de 18.500 empresas.

Definitivamente, un centro de negocios muy particular... ¡¡y masificado!!

miércoles, 29 de abril de 2015

Burbujas, crisis y la trampa de liquidez



(La columna de Pablo Rodríguez Suanzes en el suplemento económico de El Mundo del 24 de noviembre de 2013)

Hasta hace unos años, los macroeconomistas pensaban que los bancos centrales podían intervenir en la economía durante una recesión para devolver el equilibrio. Generalmente, bajando los tipos de interés. Sin embargo, llegó Japón. Y luego llegó esta crisis y el momento en el que la Reserva Federal ya no podía bajarlos más (zero lower bound en inglés, http://www.economicshelp.org/blog/7603/economics/zero-lower-bound-rate-zlb/). Y no bastó. En 2012 el debate estaba vivo (http://www.economist.com/blogs/freeexchange/2012/01/monetary-policy), como el de las trampas de liquidez (https://www.youtube.com/watch?v=8nw48HLwt9o). Pero ahora, Larry Summers, ex secretario del Tesoro y rival de Yellen en la lucha por la presidencia de la Fed, lo ha reabierto con un discurso que ha generado muchísimas reacciones (http://www.businessinsider.com/larry-summers-imf-speech-on-the-zero-lower-bound-2013-11).

Paul Krugman lo ha puesto por las nubes, y destaca un concepto clave: que quizás la economía necesita las burbujas para lograr el pleno empleo (http://krugman.blogs.nytimes.com/2013/11/16/secular-stagnation-coalmines-bubbles-and-larry-summers/?_r=2&). Para Miles Kimball, la repercusión muestra que Summers sigue siendo «un peso pesado de la macroeconomía» (http://qz.com/147861/larry-summers-just-confirmed-that-the-world-still-has-to-pay-attention-to-him/). Para Matt Yglesias, incide en «el problema de política económica más grande» de la actualidad (http://www.slate.com/blogs/moneybox/2013/11/15/summers_on_the_zero_pound_the_biggest_problem_in_economic_policy_today.html). Brad De Long simpatiza con la idea (http://equitablegrowth.org/2013/11/16/this-mornings-must-watch-larry-summers-on-the-danger-of-a-japan-like-generation-of-secular-stagnation-here-in-the-north-atlantic/), y Martin Wolf, de alguna manera, también. En cambio, Matt Klein no está de acuerdo. Clive Crook, menos (http://www.bloomberg.com/news/articles/2013-11-20/no-larry-summers-we-don-t-need-more-bubbles). Dean Barker, del CEPR, tampoco y advierte que «las burbujas no son divertidas» (http://www.cepr.net/blogs/beat-the-press/bubbles-are-not-funny). El propio Summers, en realidad, ha matizado que él no pide burbujas en sí, sino «un nuevo marco de crecimiento sano» (http://www.bloomberg.com/news/videos/b/debde3e2-aad1-43ae-a8d9-a687cd64a271). F.F.Wiley, en Zero Hedge, desmonta ambas versiones (goo.gl/TEj4JS).

En el fondo, el mensaje que subyace es que es necesario que sigan los estímulos monetarios al estilo de Japón o de la Quantitative Easing de EEUU porque ayudan y no crean la tan temida inflación mía ¿O sí? (https://rwer.wordpress.com/2013/11/21/larry-summers-and-the-bubbles/).

miércoles, 22 de abril de 2015

Adictos a las burbujas



(Un texto de José Garcia Montalvo en el suplemento económico de El Mundo del 24 de noviembre de 2013)

La economía mundial se ha acostumbrado a funcionar a base de crear burbujas y esta adicción parece que no tiene límites. En 2009 escribí un artículo argumentando cómo la evolución de la economía desde finales de los 90 se había caracterizado por la creación de burbujas cada vez más grandes para impedir las consecuencias del pinchazo de la burbuja anterior.

Como en cualquier proceso piramidal su mantenimiento requiere que el número de participantes sea cada vez más amplio. La burbuja 1.0 fue la tecnológica. En este proceso participaron pocas personas pues los inversores en acciones tecnológicas en aquel entonces eran pocos. Cuando se hizo evidente que las valoraciones de las compañías tecnológicas no eran sostenibles se genero una burbuja inmobiliaria para cubrir los posibles efectos de su pinchazo. Esta fue la burbuja 2.0. En este proceso ya participaba una parte mucho mayor de la población pues la posesión de una vivienda es mucho más común que la inversión en acciones tecnológicas. El pinchazo de la burbuja inmobiliaria provocaría, argumentaba en dicho artículo, la burbuja 3.0 que sería la burbuja de la deuda pública. En este proceso ya participa toda la población pues su sostenibilidad depende de los impuestos que pagamos todos los ciudadanos y las futuras generaciones. Me preguntaba si al final no acabañamos buscando vida extraterreste para poder convencer a los marcianos de que compraran casas y bonos terrícolas y seguir ampliando la base de la pirámide.

Pues bien esta semana mi parábola irónica se ha convertido en una idea presuntamente seria. Krugman desde el New York Times y Martín Wolf desde el Financial Times han servido de altavoz a la nueva teoría de Larry Summers sobre la recesión perpetua. El argumento es simple y consiste en darle la vuelta a la forma habitual de entender expansiones y recesiones. Según Summers a partir de ahora los periodos de depresión serán la situación normal de la economía, con excepción de algunos breves periodos de pleno empleo. El argumento se basa en la observación de que con anterioridad a la crisis financiera la economía creaba poco empleo a pesar de estar impulsada por la enorme burbuja crediticia e inmobiliaria. Si no se puede volver a esos niveles de endeudamiento familiar y bancario, ¿cómo se podrá alcanzar el pleno empleo? De hecho la recuperación posterior a 2008 ha sido muy débil incluso en Estados Unidos.

El corolario es simple: hay que dejar de hablar de estrategias de salida de la expansión monetaria pues en una situación de recesión persistente la expansión cuantitativa y los tipos a 0 deben ser la nueva norma. Claro que visto lo que sucedió cuando se anunció que la Reserva Federal quizás ponía menos aire en la burbuja no me extraña que algunos no quieran ver el final de la expansión cuantitativa.

En pocas palabras: la burbuja todavía se podría hacer más grande sin necesidad de buscar marcianos y no se debe renunciar a vivir sin burbujas pues entonces la demanda será insuficiente. Poco importa que el precio de la vivienda en Estados Unidos esté creciendo de nuevo por encima del 12% o que la bolsa haya superado el máximo del pico de la burbuja inmobiliaria. Como el crecimiento potencial de la economía es mayor que el tipo de interés real, que es negativo, la deuda pública acabará por estabilizarse.

Estos razonamientos desprecian cualquier explicación relacionada con la oferta y los problemas estructurales de la economía internacional. ¿Y si la lenta generación de empleo frente al aumento de la población activa se deberla a los efectos de la dificultad de reasignación del capital humano entre sectores fruto de un shock tecnológico llamado Internet y nuevas tecnologías? ¿No sería mejor atajar los desequilibrios globales en las balanzas por cuenta corriente producidos por el exceso de ahorro en algunos países en lugar de financiar burbujas con dichos ahorros transferidos a otros países?

Además, con tipos de interés muy bajos, y reales negativos, casi cualquier inversión es a priori aceptable. Summers incluso propone utilizar el exceso de ahorro internacional para hacer inversiones públicas. Pero, ¿Cómo afectaría al crecimiento potencial de la economía tener dos aeropuertos en Castellón? ¿Realmente se podría pagar cualquier nivel de deuda a partir de inversiones improductivas? Yo por si acaso seguiría buscando vida extraterrestre.

jueves, 16 de abril de 2015

Cookisto, un ejemplo de economía colaborativa



(Un texto de Elena Hita en el suplemento económico de El Mundo del 24 de noviembre de 2013)

Vender las sobras. La crisis ha puesto de moda el trueque, la economía colaborativa, las monedas alternativas. Y, en Grecia, golpeada con una tasa de paro de casi el 28%, van por delante. Lo último, Cookisto, una forma de compartir la comida. El proyecto no surgió tanto como una necesidad de ganar dinero -apenas 200 euros al menos- sino por compartir entre tanta gente sin recursos. Cuenta BBC que 12.000 cocineros -no todos profesionales- se han sumado a esa comunidad donde ofrecen raciones de calidad a 3,5 euros.

jueves, 9 de abril de 2015

Cuando el precio de la cebolla 'tumba' a un Gobierno



(Un texto de Elena Hita en el suplemento económico de El Mundo del 24 de noviembre de 2013)

La India vuelve a vivir una nueva crisis a cuenta de este bulbo, básico en la dieta del país. Las lluvias lo han encarecido casi un 300% en el último año, y la tensión empieza a crecer, especialmente, con las elecciones municipales y generales a la vuelta de la esquina. Y es que no sería la primera vez que este alimento influye en la caída de un Gobierno. Indira Gandhi, por ejemplo, consiguió su victoria aprovechando el alto precio del tubérculo en 1980. Es tal su importancia, que Groupon se colapsó en septiembre por una oferta. Por eso, los partidos políticos se afanan estos días vendiendo cebollas a precios de saldo para ganar votantes.
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