(Un artículo de Pablo Pardo en el suplemento económico de El
Mundo del 23 de marzo de 2014)
Aunque usan mecanismos similares, las diferencias de
criterio hacen que las cifras se disparen. Si adoptara la EPA, E.E.U.U. registraría
el doble de parados.
Estados Unidos tiene una tasa de paro del 6,7% de la
población activa. España, del 26,03%. En épocas de expansión, el desempleo estadounidense
desaparece. En enero de 2000, en plena burbuja de las puntocom cayó al 4%. Eso
implica que las personas registradas como parados estaban, simplemente, cambiando
de puesto. O sea, el sueño del pleno empleo.
España, por el contrario, sólo logró reducir su desempleo al
7,95% en el segundo trimestre de 2007, en el momento álgido de su burbuja inmobiliaria. Era la cifra más
baja desde 1978. Por el contrario, en el peor momento de la recesión de 2008- 2009,
cuando EEUU atravesó por su mayor crisis desde la Gran Depresión de los años 30,
su tasa de desempleo era de apenas el 9,9%.
Cuando Estados Unidos está sepultado en una crisis de
dimensiones históricas tiene menos paro que cuando España está en mitad del mayor
boom de su Historia. Para humillarnos un poco más, recordemos que la tasa de
actividad (es decir, el porcentaje de población en edad de trabajar y que busca
empleo o está empleada) es del 63% en EEUU, frente al 59,04% de España. Los
estadounidenses, encima, están horrorizados ante su tasa de paro juvenil del
14,2%. Si se enteran de que en España ese porcentaje llega al 55%, les da una
lipotimia.
¿CÓMO LO HACEN EN E.E.U.U.? Fundamentalmente, con un
criterio más laxo de lo que es estar empleado. Eso, a su vez, implica que aceptan
trabajos que en España serian ilegales.
Lo primero que hay que dejar claro es que el sistema
estadístico empleado en EEUU para determinar la tasa de paro es parecido al
español. También lo son las definiciones de desempleado. Contrariadamente a lo que
a menudo se afirma, un parado estadounidense lo es aunque su periodo de
prestación de desempleo ya haya concluido. Pero eso no implica que, según cómo
se mida la tasa de paro estadounidense, ésta sea del 6,7% o del 12,6%. Si se
usa el segundo criterio, en el peor momento de la pasada crisis, el paro llegó
al 17,1% de la población activa.
La tasa de paro en EEUU se determina de la siguiente manera:
cada mes, miles de funcionarios hacen encuestas puerta a puerta o por teléfono a
60.000 hogares en los que se supone que viven unas 110.000 personas en edad de
trabajar. Nunca les preguntan directamente si tienen un puesto de trabajo, sino
cuestiones más indirectas. Las respuestas se envían a la Oficina de
Estadísticas Laborales de Washington, donde se decide quién tiene trabajo y
quién no. Las claves para estar parado son dos: no tener empleo y haber estado buscando
uno de forma activa (emails, entrevistas, preguntas en empresas, etc.) en las
últimas cuatro semanas. Sólo cuando una persona lleva cinco años sin trabajar
deja de ser contado como parado.
Hasta ahí, las cosas van, más o menos, como en España. Pero es
entonces donde empiezan los cambios. En EEUU, si una persona trabaja sin remuneración
en un negocio familiar de alguien que vive en su mismo domicilio (por ejemplo,
en los campos de algodón de su padre o en la ferretería de su madre), está
trabajando. El trabajo infantil agrícola es legal. En Utah, por ejemplo, los
niños de 10 años pueden trabajar en el campo. Al mismo tiempo, casi una de cada
cinco personas en edad de jubilación trabaja, normalmente porque las pensiones
son muy bajas.
Eso significa que, en Estados Unidos, lo que es trabajo
sería esclavitud en España. Y de hecho no sirve para salir de la pobreza. En la
primera economía mundial, desde la década de los 90, existe lo que se llaman los
pobres que trabajan (the working poor),
es decir, personas que necesitan dos o tres empleos y aún así no salen de la pobreza.
La prestación por paro en EEUU es mucho más baja que en
España. En promedio, ronda los 330 dólares (240 euros) semanales. Es una cifra enorme
para los parámetros españoles, pero sólo hasta que se tiene en cuenta el coste de
la vida. El gasto medio de una familia estadounidense en vivienda -hipoteca o
alquiler, más comunidad, luz y agua- es, según las estadísticas oficiales, de 157
euros semanales. Añádase a ello el seguro médico (29 euros semanales), y quedan
44 euros para comer en un país en el que una barra de pan puede costar
fácilmente un euro. Eso explica que el 14,4% de los estadounidenses reciban cupones
de comida del Estado para adquirir alimentos.
En la actualidad, los desempleados cobran en la mayor parte
de EEUU el subsidio durante 52 semanas, es decir, un año. Es una situación excepcional,
debido a la persistentemente alta tasa de desempleo, dado que normalmente la
prestación sólo dura 26 semanas. A menudo se cita la brevedad del paro y su modesta
cantidad de ingresos como la clave para que los estadounidenses busquen empleo.
Pero los hechos lo desmienten. A menos subsidio de paro, más desempleo. La prestación
en Mississippi sólo equivale al 29,7% del salario medio, es decir, 138 euros a
la semana; el de Florida es aún menor: apenas el 29,5% del salario (167 euros).
Sin embargo, Mississippi es el segundo estado con más paro de EEUU, y Florida
el tercero. En ambos territorios, además, apenas la cuarta parte de los parados
cobran subsidio.
Florida tiene un 7,3% de personas calificadas como parados desanimados y vinculados de forma
marginal al mercado laboral. Con esos términos se define a gente que, o tiene
un empleo a tiempo parcial que no quiere -porque el salario por un empleo a
tiempo parcial es muy inferior y no suele incluir seguro médico- o ha dejado de
buscar trabajo porque cree que no lo va a encontrar. Si consideramos esas categorías,
el paro de Florida es del 14,3%, frente a la tasa oficial del 7,1 %. En la
jerga estadística, a la primera cifra se la llama U-3; a la segunda, U-6. Muchos
creen que la U-6, aunque sea menos seguida por los medios de comunicación, los políticos
y los agentes económicos, es más representativa de cómo está el mercado laboral.
Si ése es el caso, la tasa de paro de EEUU no es del 6,7%, sino del 12,6%. y, eo
los peores momentos de la crisis, en abril de 2010, alcanzó el 17,2%.
Los desanimados y
los vinculados marginalmente no salen
en las estadísticas. Como no salen decenas de miles de personas que perdieron su
trabajo y su sueldo en Nueva York y New Jersey cuando el huracán Sandy arrasó
esos estados en noviembre de 2012 y colapsó la actividad económica en ambos territorios.
Esa gente perdió sus empleos y, con ellos, sus salarios, dado que para una
parte considerable de los estadounidenses, si no se va a trabajar, sea por el
motivo que sea, no se cobra. Sin embargo, debido a las circunstancias
excepcionales por las que se quedaron sin trabajo, no podían acceder al paro, sino
a programas de ayuda sociales. El problema, entonces, fue cultural. En primer
lugar, los trámites burocráticos para acceder a esas ayudas eran
inconmensurables. En segundo lugar, en E.E.U.U. es un estigma recurrir al
Estado del Bienestar. Simplemente por orgullo muchos decidieron no solicitar las
ayudas y quedarse sin ingresos durante semanas o meses.
¿Y el paro juvenil? En España es peor, pero no tanto. En
EEUU llega al 14,2%. Pero es el 14,2% del 55,1% de los jóvenes de 16 a 24 años
que está buscando empleo activamente o trabaja (si están estudiando, lo harán a
tiempo parcial); por lo que están a efectos prácticos en el mercado laboral. En
España, aunque el desempleo juvenil es del 55%, el porcentaje de jóvenes de entre
16 y 24 años que trabajan o buscan activamente empleo es del 40,22%. Cuando ajustamos
esos números, resulta que en EEUU el 7,8% de todos los jóvenes están parados, mientras
que en España es el 22%. La diferencia, aunque sigue siendo enorme, se ha
estrechado.
Así pues, ¿cuánto paro tendría España si se midiera como en
E.E.U.U.? Es imposible saberlo. Pero aquí va una posible respuesta. Uno de los máximos
responsables de análisis económico de uno de los mayores hedge funds del mundo, que pidió no ser identificado, explicó a
MERCADOS: «En plan de andar por casa, la U-6 es el equivalente a la EPA». No sabemos
cuánto sería el paro español medido a la americana, pero, según esa tesis, el
americano medido a la española sería del 12,6%.
ALEMANIA En
Alemania, todos los desempleados correctamente inscritos tienen derecho a
prestaciones, bien sea prestación de desempleo (Arbeitlosengeld) o ayuda solcial (Hartz IV), y todos ellos contabilizan como parados, a excepción de
casos de invalidez o jubilación. Según los datos de la Agencia Federal de
Empleo (BA), el número de contabilizados actualmente asciende a los 3,14
millones. Es obligatorio inscribirse como demandante de empleo. Si el contrato
en vigor es de duración determinada se debe realizar la inscripción tres meses antes
de la fecha efectiva en que termina y se comienza a contabilizar como demandante
de empleo. Si el contrato es indefinido la obligación se ciñe al periodo de preaviso
acordado en caso de rescisión del mismo, que suele ser también de tres meses, y,
en su defecto, en los tres días siguientes. No cumplir esta norma acarrea
penalizaciones.
No contabilizan como parados, en cambio, los estudiantes que
ocupan plazas de formación dual, realizando prácticas en empresas, ni los trabajadores
en régimen de minijob -empleos a
tiempo parcial de 400 euros al mes acumulables que cotizan a la Seguridad
Social pero que no pagan impuestos-, que suman unos ocho millones de
trabajadores.
REINO UNIDO La Oficina
Nacional de Estadística (ONS) sigue el modelo de la Organización Internacional del
Trabajo en su evaluación mensual del nivel de empleo y desempleo en Reino
Unido. El sondeo oficial se completa además con otro informe sujeto a datos gubernamentales
sobre el número de personas que han cobrado subsidio de desempleo en un periodo
determinado. Este último sistema de recuento siempre arroja un nivel inferior
de parados.
La ONS consulta periódicamente a unos 80.000 individuos mayores
de 16 años para establecer el número y porcentaje de trabajadores, desempleados
y personas económicamente inactivas. Los últimos datos arrojan una tasa de paro
del 7,2%. El nivel de parados con subsidio estatal se limitó en Reino Unido al 3,6%.
Ambas estadísticas tienden a la baja desde el tercer trimestre de 2013.
FRANCIA En
Francia, Pôle Emploi distingue hasta
cinco categorías de trabajadores desempleados. En las tres primeras (A, B, C) se
inscriben los que están en edad de trabajar, en paro y en busca activa de un contrato.
Pero los parados de ciase A no hacen ningún trabajo esporádico retribuido,
mientras los grupos B y C han realizado una actividad reducida en el último mes;
de menos de 78 horas en el caso del B y de más de 78 horas en el del C.
Los desempleados de categoría D y E (que no suelen salir en
las estadísticas) no están obligados a buscar activamente un trabajo por estar
de baja médica, de prácticas, en un curso de capacitación o reciclaje laboral
(en el caso del D), cuando no disfrutan de un contrato subvencionado (clase E).
Según las cifras de desempleo más recientes, el número de parados A en Francia ascendía
a 3,3 millones en enero, a lo que hay que sumar otros 1,6 millones de las
categorías B y C; un total de 4.929.900.
Los datos de Pôle
Emploi -basados en las inscripciones en sus oficinas de empleo- no siempre
coinciden con los del INSEE (Instituto Nacional de Estadística), que se apoyan en
entrevistas a la población activa. Así, se dan situaciones tan contradictorias como
la actual, en que el INSEE ha anunciado que el desempleo bajó en el cuarto
trimestre al 9,8%, mientras que Pôle
Emploi señaló que el paro de categoría A alcanzó en enero el récord de
3.316.200, tras la inscripción de 8.900 demandantes, con una subida del 4,4% en
el último año y del 0,3 en el último mes.