lunes, 10 de febrero de 2014

Cisnes negros

(Un artículo de David Jimenez en El Confidencial del 20 de febrero de 2008)

Un “cisne negro” es aquel evento o fenómeno altamente improbable a priori, de gran impacto cuando ocurre, y racionalizado y explicado como lógico a posteriori por los observadores convencionales de la realidad. Lo han sido, por ejemplo, las numerosas crisis de los mercados financieros de los últimos años. En las dos últimas décadas, hemos vivido derrumbes en los mercados financieros en 1987, 1991, 1994, 1998, 2001-03 y desde verano de 2007 hasta hoy. Todos ellos llegaron de manera más o menos sorpresiva (por el momento en el que ocurrieron o por la gravedad que revistieron); pero todos ellos han sido explicados posteriormente como lógicos y casi inevitables, e incluidos como parte coherente de la narrativa histórica que explica el comportamiento de los mercados y de la economía de nuestro tiempo.

En opinión de Taleb, racionalizamos el pasado porque necesitamos narrar y entender como lógico lo que ha ocurrido. Pero perdemos el tiempo tratando de hacer modelos de la realidad que extrapolan hacia el futuro comportamientos suaves y continuos, ysencillamente excluyen por improbables aquellos fenómenos que cambian la realidad de manera dramática. Ni la invención de la rueda, la imprenta o la electricidad, ni las revoluciones tecnológicas del siglo XX pudieron preverse en las concepciones del mundo anteriores a las mismas.

La conclusión es que los humanos somos más bien malos haciendo pronósticos y evaluando la probabilidad o el impacto de eventos posibles pero que caen fuera de nuestro horizonte imaginativo inmediato. ¡Pensemos que después de haber vivido seis cracks financieros en los últimos veinte años, seguimos confiando en modelos que esperan que éstos ocurran una vez cada varios miles de años! Para Taleb, no es que necesitemos mejores modelos, es que hay que aprender a pensar “fuera del modelo” con mayor libertad e imaginación, comprender que el mundo contiene riesgos no cuantificables, y no descartar como imposible aquéllo que no podemos incluir en nuestros cálculos.
Hasta hace pocos siglos, se creía que todos los cisnes eran blancos. Todos los conocidos lo eran. Pero la ausencia de evidencia de cisnes negros no era evidencia de su ausencia. Cuando apareció un sólo cisne negro, la propia definición de cisne debió cambiar. Por definición, no sabemos qué aparición sin precedentes va a echar por tierra cualquier categoría establecida, o qué fenómeno imprevisto va a arruinar cualquier proyección a largo plazo. Pero por experiencia, sabemos que alguno ocurrirá que dé al traste con buena parte de nuestras proyecciones. El “empiricismo escéptico” de Taleb (por usar el nombre que él mismo da a su filosofía) no ofrece soluciones prácticas para identificar o anticipar el siguiente cisne negro, ya sea negativo (un desastre en los mercados) o positivo (una nueva moda o un best seller editorial). Sería contradictorio si así fuera. Muchos ven en ello la gran debilidad de sus razonamientos. Pero desde luego su libro consigue intrigar al lector lo suficiente para que éste se cuestione la validez de sus certidumbres más comunes acerca de los mercados y del futuro del mundo en general.
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