domingo, 15 de marzo de 2015

Esther Duflo, una economista contra la pobreza



(Un texto de Ángeles Castillo en la revista Mujer de Hoy del 8 de noviembre de 2014)

¿Puede una mujer acabar con la pobreza? Una pregunta así, tan quijotesca, queda en el aire hasta que uno se topa con la francesa Esther Duflo, ese tipo de economista al que nos acostumbró el escritor José Luis Sampedro: entretenida las 24 horas en componer una buena letra para tantos números y con los pies (y el corazón) en la tierra. De hecho, es profesora de Reducción de la Pobreza y Economía del Desarrollo en el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts, una asignatura que suena utópica, aunque se alimente solo de realidad.

Y es que Duflo, que no ha perdido su acento francés a pesar de haber tocado el cielo intelectual en Estados Unidos y ser consejera del presidente Obama. Está empeñada en aplicar el método científico a los problemas pendientes de solución de la humanidad. Pero no con grandes palabras, sino con pequeños hechos y buenos ejemplos; en Udaipur (en el estado indio de Rajastán) demostró que se puede multiplicar la tasa de vacunación infantil por seis, regalando un kilo de lentejas como reclamo. Ante las críticas, dijo: "Es más barato regalar lentejas" que pagar los costes de las enfermedades que se podían haber evitado.

En África subsahariana, donde la malaria mata a cientos de miles de personas, propuso repartir mosquiteras gratis un año, observar qué hacían con ellas y ver si al siguiente estarían dispuestos a comprarlas por una cantidad simbólica. Y así con todo; si la meta es que los niños asistan a la escuela, se les pueden pagar los uniformes, eliminar las cuotas, construir letrinas... "Pero hagámoslo", suplica.

Luchar contra la pobreza global es, para ella, una cuestión de lentejas, mosquiteras o letrinas, con un lema que ha hecho suyo en las altas esferas, ONU y Bill Gates incluidos: “Por algo se empieza". Hace experimentos, sí, pero siempre en beneficio de las comunidades y con su consentimiento, y el resultado es la mejor de las políticas antipobreza. Pueden ser estufas para cocinar, preservativos, agua potable o alimentos enriquecidos para reducir la anemia. En su libro, Repensar la pobreza (2012), escrito con el profesor Abhijit V. Banerjee, daba un montón de soluciones, ninguna a lo grande: microeconomía en estado puro. Vive de hacerse preguntas: "¿Por qué un hombre de Marruecos que no podía alimentar a su familia compró un televisor?". Y de encontrar respuestas, como esta; "Su felicidad puede ser tan importante como su salud".

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