(Un texto de jorge Parra en el suplemento económico del Heraldo de Aragón del 13 de marzo de 2016)
Diversos experimentos realizados
en los últimos años demuestran que el nivel de alerta de las personas disminuye
cuando se cede el control al sistema. Hace más de una década la ciudad holandesa
de Drachten decidió eliminar todos los semáforos y señales de tráfico para
dejar convivir a vehículos y personas en libertad. Esta desregulación ha dado
lugar a un aumento de la seguridad, ya que no ha habido ningún incidente grave
desde entonces. El experimento se ha realizado en otras ciudades con idénticos
resultados.
Parece que los semáforos y
señales favorecen la circulación automática y relajan la tensión necesaria que sirve
para agudizar la atención y el control del riesgo. El mismo efecto de pérdida
de alerta experimentan los pilotos con la automatización excesiva de los
aviones.
El efecto Drachten también tiene
su aplicación en la empresa. Los sistemas de vigilancia estratégica o de
control de gestión deben ser revisados y actualizados continuamente, ya que, en
otro caso, se transforman en rutinarios, provocando el adormecimiento de los
gestores y la pérdida de la capacidad de alerta ante señales imprevistas que pueden
ser relevantes para la marcha de la empresa.
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