jueves, 13 de octubre de 2022

Luchando como legionarios romanos

(Parte de la columna de Carme Chaparro en la revista Mujer de Hoy del 3 de julio de 2010)

[…] Escipión fue uno de los mejores estrategas bélicos y, por tanto, uno de los más crueles en el campo de batalla; el héroe que sacrifica a miles de soldados para el triunfo. […] El africano consiguió que sus tropas actuaran como un único soldado. Rescató del destierro y de la vergüenza a dos legiones, más de 10.000 hombres, que siguieron ciegamente sus órdenes sabiendo en todo momento que iban a morir. Lo que nunca se imaginó Escipión es que, en el fragor de la batalla, sus soldados fuertes, machos, musculados eran parecidos a mujeres que acabaran de parir. En el momento de jugarse la vida, los guerreros estaban produciendo una cantidad de oxitocina similar a la de una madre reciente. Ellas, para defender a muerte a sus hijos; los soldados, para unificarse en torno a una causa común por la que batallar y atacar con más fiereza al enemigo.

Lo acaba de descubrir un grupo de investigadores de la Universidad de Ámsterdam (Holanda). Para lograr estos resultados, los científicos dividieron en dos equipos a un grupo de voluntarios, para que compitieran entre ellos en un juego de supervivencia. Los que habían sido previamente rociados con oxitocina defendieron con más intensidad a sus compañeros y atacaron con más fiereza a los "enemigos" designados según el experimento. Esta hormona logra una mezcla de altruismo parroquial (las personas luchan por el grupo, en detrimento incluso de su propia vida), combinado con el provincianismo (que implica un comportamiento hostil hacia otros grupos). Agitadlos y ya tenemos montada una guerra con todas las de la ley.

¡Tanto investigar en recursos humanos y tantas jornadas de convivencia empresarial, cuando resulta que bastaría un simple spray para grabar a fuego la fidelidad de los trabajadores hacia su empresa!

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