(La columna de Pablo Rodríguez Suanzes en El Mundo
del 11 de abril de 2010. ¡Qué poco han cambiado las cosas!)
[…] The Wall
Street Joumal publicó un largo artículo de opinión de
Irwin Stelzer, analista del Hudson Institute, un think tank conservador
(http://cort.as/Igv). En él se ataca duramente la política económica de España
que «lleva siete trimestres en recesión, su tasa de paro roza el 20% [...] y su
déficit es el 11,4% del PIB». Stelzer usó la letra de Manana (www.lyricsdepot.com/peggy-lee/manana.html) un éxito de 1947
de la cantante Peggy Lee, como ejemplo. Es una melodía pegadiza pero que
esconde un claro mensaje: «Mi madre [...] trabaja muy duro / Pero siempre que
me busca estoy durmiendo en el jardín / Mi madre piensa que soy vaga y quizás tenga
razón / Iré a trabajar mañana pero he de dormir».
En el último párrafo, la canción dice: «La ventana
está rota y la lluvia está entrando / Si no lo arregla nadie, me voy a empapar
/ Pero si esperamos un día o dos quizás la lluvia se vaya». Dejando a un lado
la critica a la pasividad, la idea de la ventana rota evoca dos teorías muy conocidas.
Ya en 1850, Frederic Bastiat habló sobre la trampa de la ventana Tota (bastiat.org/en/twisatwins.html).
Hay quien piensa que la rotura de una ventana es buena, porque da trabajo al cristalero.
Es decir: el gasto genera beneficios. Sin embargo, Bastiat replicó pronto que
esa idea es absurda, pues esos «seis francos» gastados en cristal se podrían
haber usado mejor para «cambiar de zapatos o comprar un nuevo libro».
En marzo de 1982, James Q.
Wilson
y George L. Kelling publicaron en The Atlantic un
artículo titulado Broken Windows. En él, afirmaban
que «Los psicólogos sociales y la policía están de acuerdo en que si se rompe
la ventana de un edificio y no se repara, el resto
estarán pronto igual», pues hace de efecto llamada a
los vándalos, tanto en los barrios buenos como
en los marginales. Su consejo, poco
económico, era claro: cueste lo que cueste, hay que arreglar las ventanas lo
antes posible. La alternativa es mucho peor.
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