(Un artículo de J.F. Losilla Eixarch en el Heraldo de Aragón
del 17 de febrero de 2013)
Bajar la economía de las alturas para hacerla
accesible a la multitud no versada en la materia es una actividad muy popular
en nuestros días. Las librerías son testimonio de este fenómeno. Pero hace dos
décadas, un profesor universitario estadounidense, Steven E. Landsburg. colocó
una de las primeras piedras de este edificio -hoy ya rascacielos-. Aquel 1993
vio la luz 'The armchair economist' (el
economista en el sillón). En sus propias palabras, la obra aspiraba a «aplicar
el razonamiento de la economía al comportamiento humano» y a «plasmar cómo ven
los economistas el mundo».
Una meta que alcanzó holgadamente. La obra, plagada
de ejemplos a pie de calle, muy gráficos y pedagógicos, se convirtió en un
clásico, sobre todo entre los docentes, muchos de los cuales siguen reconociendo
su impronta en su forma de trabajo. «Los profesionales del sector admiten que
es el libro que regalan a sus madres cuando estas desean comprender qué hacen
sus hijos durante todo el día», apunta al autor.
Landsburg, colaborador de la revista 'Forbes' y de
los rotativos 'The New York Times', 'The Wall Street Tournal' y 'The Washington
Post', ha recuperado 20 años después su exitoso manual, le ha aplicado un
'lifting' antiedad (“he quitado las películas de Polaroid y las cintas de
cassette”, reconoce) y lo ha devuelto a las estanterías del nuevo milenio.
Una de las novedades es que ha sido traducido al
español -editado por Deusto-, y el título ha sido alterado con acierto: 'El
economista en pijama'.
Adosarle el adjetivo accesible no significa que sea
banal o una colección de anécdotas contadas con gracia. Landsburg parte del
ejemplo o del enunciado cotidiano para desmenuzarlo y aplicarle las teorías y
lógicas de la economía. Responde a preguntas tan aparentemente baladíes como
por qué se venden tantos productos a 2,99 dólares y tan pocos a 3. O por qué
las palomitas son tan caras en la sala de cine, quintuplicando el precio de la
tienda a la vuelta de la esquina. O por qué las entradas para los conciertos de
U2 se agotan con semanas o meses de antelación cuando podrían despacharse a precios
mucho más altos. O cómo influyen los impuestos en el devenir de las sociedades.
O cuáles son los criterios por los que se rigen las compañías aseguradoras. O
por qué un refresco de naranja cuesta cuatro veces más que la gasolina
(obviamente, en Estados Unidos). O cómo pueden llegar a mentir las
estadísticas. O incluso se atreve a contestar por qué la vida está llena de
tantas desilusiones (otra de las grandes pasiones del autor es la filosofía). O
por qué los bancos tienen una arquitectura más elegante que las tiendas de
alimentación (“es mucho más importante saber que la semana que viene el banco
continuará ahí que no la tienda”). O por qué son tan altos los sueldos de los
ejecutivos.
Landsburg, que ejerce como profesor de Economía en
la Universidad de Rochester (Nueva York), asume que su fórmula ha sido
reproducida hasta la saciedad: «Me enorgullece que incluso mis competidores reconozcan
mi carácter pionero. Muchas de las obras posteriores son bastante buenas. De
hecho, he hecho críticas sobre ellas, muchas positivas. Por ejemplo, 'Freakonomics'
sobresale, no solo por sus ventas sino porque se centra más en los hechos que
en la lógica».
Llegados a este punto, la pregunta es necesaria.
¿Cómo se le ocurrió 'El economista en pijama'? «Un día, en 1991, fui a una
librería de tamaño medio y encontré más de 80 libros sobre física y cosmología,
dos docenas sobre biología. Eran fenomenales y habían significado una aventura
intelectual para mí. Me dije que con la economía también era posible. Hice eso.
Solo eso», apostilla.
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