(La columna de Cristina Berechet en suplemento económico de El
Mundo del 12 de mayo de 2013)
Desde el 10 de mayo, todo el dinero que ha ganado el
trabajador medio español va a parar a su bolsillo y no al del Estado.
130 días de trabajo para pagar el IVA, las
cotizaciones a la Seguridad Social por parte del trabajador, el impuesto sobre
la renta, los impuestos especiales y otros impuestos municipales como el IBI o
el de circulación. No obstante, si se incluyen las cotizaciones a la Seguridad
Social pagadas por el empresario, que representan el 60% de la tributación
sobre el trabajo, el Día de la Liberación Fiscal (www.civismo.org/es/investigaciones/informes/dia-de-la-liberacion-fiscal-2013)
pasaría a ser el 3 de julio. Así, el trabajador medio estaría empleando más
tiempo para el Estado que para sí mismo. Por si fuera poco, por la última
subida del IVAy de impuestos autonómicos y municipales, este año estamos
trabajando 6 días más que en 2012.
Analizando únicamente la tributación sobre la renta,
sorprende que el trabajador medio español tribute al mismo nivel que en Suecia o
Finlandia, en torno a un 40%, con la única diferencia de que el salario de
estos países casi duplica al español. Incluso en el Reino Unido, con una renta
un 40% superior a la nuestra, el mordisco del Estado a los asalariados no
supera el 32%.
¿A qué se debe? A que nuestros políticos alardean de
una falsa progresividad y de que las subidas impositivas las tienen que
soportar los ricos. Sin embargo, la realidad es que al final los adinerados son
pocos y con mayor movilidad. Por ello, acaban pagando los de siempre: las clases
medias.
La mejor forma de subir los impuestos a toda una
sociedad es dividirla en ricos, clase media, mileuristas, pobres, etc. Así hoy
se suben los impuestos a unos y mañana a otros. Si todos tributáramos a un tipo
único sería muy difícil subir los impuestos a toda la sociedad. Como dice el
refrán: divide y vencerás.
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