viernes, 18 de julio de 2014

El fraude de Lehman Brothers



(Un artículo de Pablo Pardo en el suplemento económico de El Mundo del 21 de marzo de 2010)

Es el Repo 105 contra Richard (Dick, para los amigos) Fuld y Ernst&Young. Justo año y medio después de que Lehman Brothers, el cuarto mayor banco de inversión del mundo, quebrara y estuviera a punto de arrastrar consigo a la economía mundial, esa práctica contable ha abierto el caso. Las preguntas son simples: la quiebra de Lehman, ¿fue consecuencia de la burbuja inmobiliaria o tuvo un componente de fraude? Y, en ese caso, ¿qué sabían los directivos del banco y la auditora, Ernst&Young? Responderlas podría llevar meses en el mejor de los casos.

La clave es un tipo de operaciones denominadas Repo 105 y Repo 108, que acaban de ser destapadas por el bufete de Chicago Jenner & Block, al que las autoridades estadounidenses encargaron en 2009 investigar la quiebra de Lehman. A cambio de 38,4 millones de dólares (28,4 millones de euros), uno de los socios del bufete, Anton Valukas, ha elaborado un informe de 2.200 páginas en el que detalla las operaciones del banco. La cuarta parte del documento está dedicada al Repo 105

El abogado afirma que «hay evidencia suficiente para apoyar una evidencia creíble de que: 1) algunos directivos de Lehman violaron sus deberes fiduciarios (...) al realizar de forma periódica informes engañosos; y 2) Ernst & Young (...) fue negligente al permitir que esos informes no fueran cuestionados». Para el abogado, «hay evidencia que apunta a genuinas reclamaciones» contra varios de los máximos directivos del banco y contra Ernst and Young por malas prácticas. 

El miércoles, y a pesar de las afirmaciones de Ernst & Young señalando su inocencia, el regulador del mercado británico abría una investigación contra la auditora por el caso Lehman. El fantasma de Enron -la eléctrica cuya quiebra en 2001 arrastró a Arthur Andersen, su auditora- regresaba. No obstante, nadie piensa por ahora que Ernst & Young vaya a enfrentarse a una situación similar, sobre todo porque no hay indicios de que la auditora de Lehman destruyera documentos como hizo Arthur Andersen. Pero no cabe duda de que Ernst and Young, presidida por James Turley, y propiedad de la francesa Cap Gemini, se encuentra en una situación complicada. 

Entretanto, según ha podido saber este periódico, las autoridades de EEUU, entre ellos la SEC -el regulador del mercado- y el Departamento de Justicia están recabando información. Porque hay que tener en cuenta que, a pesar de su aparente complejidad, el informe Valukas es un análisis sencillo de la mayor quiebra de la Historia. El abogado sólo entrevistó a unas 100 personas que quisieron colaborar con él. Ante la necesidad de alcanzar una conclusión lo antes posible -en teoría, la fecha de liquidación de Lehman es el 14 de abril- no recurrió a la Justicia para obligar a declarar a los directivos del banco y la auditora que se negaron a colaborar.

La clave del fraude es el truco utilizado por Lehman para sacar, al final de cada trimestre -cuando el banco tenía que enviar sus datos a la SEC y celebrar conferencias telefónicas con sus clientes-, decenas de miles de millones de euros de deuda de su balance. Para ello, utilizaba los llamados Repo 105 y Repo 108. Un repo es una especie de crédito: una entidad obtiene dinero, paga un interés y ofrece como garantía un activo. 

Pero Lehman forzó la máquina: la garantía era entre el 105% y el 108% del capital del crédito (de ahí vienen los nombres de Repo 105 y Repo 108). Así, el banco sacaba de su balance deuda dudosa e ingresaba capital, con lo que reducía su endeudamiento. Pocos días después, vencía el repo, y los activos dudosos volvían a la entidad. Como explica Lawrence McDonald, ex vicepresidente de Lehman, con sarcasmo escatológico: «Imagínate una liposucción. El día que te hacen la foto en bañador, pesas 15 kilos menos. Poco después, vuelves a estar como una foca». 

Eso es más que un exceso propio de la burbuja inmobiliaria. Máxime, porque Lehman no encontró en todo EEUU un solo bufete de abogados que le dijera que ese sistema era legal, así que se fue al Reino Unido, lo que explica que sea Londres quien ha iniciado la investigación. 

Y, según el informe Valukas, Ernst & Young lo sabía. Por ejemplo, la auditora aconsejó no utilizar los Repo 105 para sacar del balance una serie de ventas fallidas de activos. No sólo eso: tanto Lehman como Ernst & Young habían acordado investigar toda operación que «obligara a reabrir o a reajustar un balance cerrado» cuando ésta superara los 1.800 millones de dólares. Sin embargo, los Repo 105 y 108 llegaron a sacar de Lehman -por unos días, eso sí- hasta 30 veces esa cifra. De hecho, la práctica era tan habitual que un correo electrónico del banco citado en el informe califica a esos trucos contables como «otra droga a la que estamos enganchados». Cuando una serie de empleados de Lehman -uno, según Valukas, más de 10, según McDonald- trataron de alertar a la auditora, ésta no hizo nada. Quien sí actuó fue el banco: el sector crítico fue despedido. 

Ahora bien, Valukas no explica quién era la contraparte de Lehman en las operaciones. Y ahí puede estar un escándalo todavía mayor. Porque, según McDonald, era la propia Lehman quien se compraba esos activos a sí misma, a través de una sociedad instrumental en el paraíso fiscal de Islas Caimán. La misma práctica de Enron para tapar agujeros. 

¿Cómo fue posible eso? Acaso une de los motivos fuera que gran parte del equipo directivo de Lehman había pasado por Ernst & Young. Por ejemplo, el director financiero de Lehman, David Goldfarb, había sido socio de la auditora. Y Richard (Dick) Fuld, el presidente y consejero delegado, tenía una conexión mucho más importante: era miembro del consejo de la Fed de Nueva York, la división del banco central estadounidense que controla Wall Street. 

En aquellos años, el presidente de la Fed era una joven estrella del Partido Demócrata, cuya falta de experiencia se compensaba con sus buenos contactos con la élite financiera: Tim Geithner. Cuatro meses después de la quiebra de Lehman, Geithner fue nombrado por Barack Obama secretario del Tesoro. Así, entre amistades bien escogidas y trucos contables, Lehman avanzó hacia el abismo. Sólo ahora, […] años después de la catástrofe, hemos empezado a saber parte de la verdad.

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