(La columna de Pablo Rodríguez Suanzes en el suplemento económico de El
Mundo del 6 de septiembre de 2009)
Entre 1776, fecha de publicación de La
riqueza de las naciones de Adam Smith, y 1936, cuando salió a la venta la Teoría general de John Maynard Keynes,
el pensamiento económico se movió, con oscilaciones, desde cierto grado de
liberalismo hacia una corriente mainstream
partidaria del aumento de la intervención estatal. ¿Qué cambió en ese tiempo?
Que la mano invisible y el interés propio como generadores de bienestar [«no es
de la benevolencia del carnicero, el cervecero o el panadero de lo que esperamos
nuestra cena, sino de sus miras al interés propio», escribía Smith hace más de
dos siglos (www.elcato.org/node/120)] fueron desechadas en favor de un concepto
igualmente abstracto: los animal spirits.
Los economistas Robert J. Shiller y George A. Akerlof (premio Nobel en 2001)
acaban de publicar en español el libro Animal
Spirits, que ha generado un gran debate en EEUU (www.law.uchicago.edu/node/1034).
En él aseguran que «para comprender el funcionamiento de las economías y cómo
podemos gestionarlas para prosperar, debemos prestar atención a los patrones de
pensamiento que influyen en las ideas y los sentimientos de las personas, es
decir: sus espíritus animales». El propio concepto de espíritus animales, popularizado por Keynes en la obra citada,
pretende destacar el valor de lo subjetivo, lo pasional, lo imprevisible sobre
lo racional en las decisiones humanas.
El principal problema con los animal
spirits es, como reconoce el profesor de Harvard Greg Mankiw, es que los economistas
no saben «demasiado sobre lo que guía los espíritus animales de los agentes
económicos» (http://gregmankiw.blogspot.com,el 27 de enero de 2009). Aunque
gran parte de los expertos coinciden en que recuperar la confianza es la clave para
salir de la crisis, lo que no está claro es cómo devolverla. ¿Con más gasto del
Gobierno o bajando los impuestos? (online.wsj.com/news/articles/SB123302080925418107?mg=reno64-wsj&url=http%3A%2F%2Fonline.wsj.com%2Farticle%2FSB123302080925418107.html).
Keynes diría que no es algo manipulable, pues ese espíritu no es sino la «necesidad
espontánea de acción frente a la inacción, y no el resultado de la media de los
beneficios cuantitativos por sus probabilidades» (www.jesusencinar.com).
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