jueves, 29 de mayo de 2014

La paradoja de Easterlin



(La columna de Pablo Rodríguez Suanzes en el suplemento económico de El Mundo del 24 de enero de 2010)

[…] la célebre Paradoja de Easterlin, enunciada en 1974 por el economista Richard Easterlin y que sostiene que no existe una correlación comprobable entre mayor riqueza y mayor felicidad (graphics8.nytimes.com/images/2008/04/16/business/Easterlin1974.pdf). Según sus datos, una vez cubiertas las necesidades básicas más dinero no aporta más satisfacción en la vida diaria.

Sin embargo, en 2008, Betsey Stevenson y Justin Wolfers, de la Universidad de Pensilvania, rebatieron la Paradoja, asegurando que sí hay correlación entre renta per cápita y felicidad y que no existe un punto límite a partir del cual ésta deja de ser relevante. Además, en agosto de 2008 el propio Wolfers destacó en una serie de post en Freakonomics (freakonomics.blogs.nytimes.com) algunos datos curiosos sobre las diferencias de felicidad por raza, sexo o formación.

La felicidad está de moda. […] Nicholas D. Kristof citaba en su columna de The New York Times (www.nytimes.com/pages/opinion) el libro The Happiness Hypothesis, del psicólogo Jonathan Haldt (www.happinesshypothesis.com). La tesis de su ensayo es que una buena vida social y un matrimonio estable son factores relevantes para acumular felicidad, pero no la belleza, el dinero o el sexo, y apenas la raza o la salud. El día 15 [de enero de 2010], Julian Baggini publicó también un extenso artículo en Financial Times (www.ft.com) titulado Where happiness lies, en el que aborda la literatura reciente sobre el tema (http://intelib.wordpress.com).

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