(Texto de Rafael Pampillón en el suplemento económico de El Mundo del
17 de enero de 2010. Triste ver como muchas de estas profecías se cumplieron…)
Las perspectivas de la economía española para 2010 no son
buenas. Nuestros problemas son muchos, pero se pueden resumir en cinco desequilibrios
fundamentales que, sin duda, lastrarán nuestro crecimiento. Y hasta tal punto que
impedirán la salida de la crisis durante este año.
El primer desequilibrio es la gran diferencia existente entre
la capacidad productiva instalada y la que está siendo utilizada. Falta demanda
y hay exceso de oferta. Una situación que genera capacidad productiva ociosa
que, al no ser utilizada, se va reduciendo. Es decir, poco a poco se está destruyendo
parte del tejido productivo, lo que tiene múltiples manifestaciones: a) sobran
oficinas bancarias, b) disminuye el comercio minorista (en el año 2009 se
cerraron 40.000 puntos de venta), e) varios sectores (automóvil, muebles,
electrodomésticos, material de construcción) carecen de la demanda necesaria para
sobrevivir en esta crisis, y d) el mercado de la vivienda tiene más de un millón
de viviendas nuevas y otras 300.000 de segunda mano sin vender.
El segundo desequilibrio, íntimamente unido al primero, es
el enorme paro existente y también la fuerte destrucción de empleo. En dos años
y medio se han destruido dos millones de puestos de trabajo. Efectivamente, en
el segundo trimestre de 2007 España daba empleo a 20,5 millones de personas y
en este primer trimestre de 2010 el empleo se sitúa alrededor de los 18,5
millones, el mismo nivel que en el primer trimestre de 2005.
Este desequilibrio en el mercado de trabajo supone un gasto
público de 35.000 millones de euros al año (un 3,5% del PIB) que contribuye a
generar un tercer desequilibrio: un elevado déficit público. Déficit que se
sitúa en el 11% del PIB y que se produce por la contracción de la economía (fuerte
caída en la recaudación fiscal) y la política de incremento de gasto público
improductivo. Como el déficit es insostenible, el Gobierno va a tener que
seguir subiendo los impuestos y ajustando el gasto público. De hecho, el Ejecutivo
ya está subiendo los impuestos para incrementar los ingresos. Pero, como esta
subida no será suficiente, tendrá que reducir el gasto público con el fin de disminuir
el déficit fiscal hasta el 3% en los próximos tres años, de acuerdo con los
plazos establecidos por la UE.
Este desequilibrio fiscal está produciendo un rápido
endeudamiento de las Administraciones Públicas que reduce la solvencia del
Reino de España y aumenta la prima de riesgo y, por tanto, el coste de los
fondos que tomamos prestados del exterior.
Unos fondos necesarios para financiar el cuarto
desequilibrio que sufre España: el déficit de la balanza por cuenta corriente.
Un desequilibrio exterior que está provocado fundamentalmente por nuestro
déficit comercial, que a su vez muestra la baja competitividad de la economía
española. Como compramos en el exterior más de lo que vendemos, necesitamos endeudarnos
con el resto del mundo. Para financiar ese déficit exterior (5% del PIB) España
está apelando a los mercados financieros internacionales, es decir, se endeuda
con el exterior. España está pagando, y tendrá que seguir haciéndolo, todas esas
deudas generadas (acumuladas), durante los últimos años. Se trata de una importante
posición deudora con respecto al resto del mundo que es más problemática cuando
hay mayor restricción del crédito. Ahora las economías más vulnerables son
aquéllas que, como España, dependen más de la financiación internacional.
Hasta ahora esa financiación internacional venía favorecida por
el crédito superbarato e ilimitado que estaba concediendo el Banco Central
Europeo al sistema bancario español. Sin embargo, este año se va a reducir la
cantidad de ese crédito, por lo que la banca tendrá que recurrir a otras
fuentes de financiación, lo que va a complicar y a encarecer la financiación de
la economía.
Y esto nos lleva a un último y quinto desequilibrio que
amenaza la salud de la economía española: la diferencia entre el valor contable
de bastantes activos que aparecen en el balance del sistema bancario español
(cajas de ahorros y bancos comerciales), y el valor de mercado de los mismos. Las
pérdidas que va a generar la venta de esos activos o la reducción de su valor
en el balance van a generar pérdidas en el sistema bancario, lo que unido al
encarecimiento de la financiación va a dificultar la concesión de crédito a las
empresas.
España sufre, por tanto, una crisis económica con múltiples
manifestaciones: crisis del mercado laboral y de la vivienda, de competitividad,
financiera y fiscal. La salida de la recesión pasa por reconocerla y
diagnosticarla. Una vez hecho eso, hay que aplicar el tratamiento oportuno,
pero de eso nos ocuparemos en otro momento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario