(La columna de Carlos Cuesta en el suplemento económico de
El Mundo del 16 de marzo de 2014)
Tardaremos años en volver a tener el poder adquisitivo
previo a la crisis. En recuperar el patrimonio familiar de 2007. Y muchos ejercicios
antes de tener un nivel de empleo ni tan siquiera cercano al del hace siete
años. Pero en algo ya hemos llegado a los niveles previos a la crisis. ¿Adivinan
en qué? Exacto: en recaudación de impuestos.
No se trata de una opinión. Se trata de la principal conclusión
que se desprende de las estadísticas de la Agencia Tributaria. Una información
que muestra ya los datos casi completos de 2013 (hasta noviembre) y refleja a
la perfección cómo, pese a contar España con 4 millones menos de trabajadores
que en 2007, los ingresos del Estado por los principales impuestos han alcanzado
ya los niveles previos a la crisis. Y ello, pese al golpe que las subidas
fiscales han supuesto a la actividad y al empleo.
Así, si en 2006 la recaudación total por IRPF alcanzó los
62.813 millones y en 2007 cerró por encima de los 72.000 millones, en 2013 -y a
falta de contabilizar diciembre- las arcas del Estado suman ya más de 65.000
millones. Una recaudación claramente superior, con 11 meses, a la de todo 2009.
La lectura es la misma si tomamos los datos del IVA. Si en 2006 y 2007 los ingresos
por este tributo rondaban los 55.000 millones anuales, en 2013 y con once meses
computados rondan ya los 50.000 millones, claramente por encima de los ingresos
de 2008, 2009, 2010, 2011 y similares a los de 2012. Una conclusión idéntica a
la que podríamos sacar analizando la estadística de los Impuestos Especiales.
No dudo que en el Gobierno verán estos datos como un éxito. Objetivo
cumplido, dirán: se ha conseguido encontrar una forma más cómoda de evitar el
colapso del país que enfrentarse a un recorte drástico del gasto público. Pero
dudo que las familias tengamos la misma interpretación. Y, sobre todo, no nos engañemos,
si como acaba de señalar Funcas, la clave del impulso a partir de ahora deberá
ser el auge del consumo y la financiación privada, resultará difícil alcanzar
un ritmo rápido y estable de recuperación si quienes tienen que dinamizar ese
consumo soportan entre poco más de 16 millones de trabajadores un saqueo fiscal
similar al que pagaban hace siete años 20 millones de cotizantes. En resumen,
que por el interés de todos, no estaría de más que alguien se tomase en serio
la prometida reducción de impuestos.
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