(Un texto de Jorge Parra en el suplemento económico del
Heraldo de Aragón del 1 de junio de 2014)
Los precios desorbitados pagados en las subastas por las
frecuencias de telefonía móvil en la década de 2000 estuvieron a punto de
arruinar a muchas empresas. Lo mismo ocurrió en los cincuenta del siglo pasado
con los campos petrolíferos, por los que las compañías pujaban al alza con
expectativas desconocidas y grandes márgenes de error. En una situación donde
hay varios Iicitadores, cada uno hará una oferta basada en su estimación del
valor y siempre ganará el más optimista. Sin embargo, el más optimista es
también el que probablemente haya sobrestimado más el valor. Esta tendencia a
pagar en exceso, conocida como «maldición del ganador», provoca que el vencedor
en una subasta sea muchas veces el auténtico perdedor.
¿Por qué sucede esto? Básicamente por tres factores: la
incertidumbre sobre el valor real, el optimismo excesivo y el deseo de ganar a
la competencia. Para evitar caer en este error Warren Buffett aconseja no
participar en subastas. Rolf Dobelli tiene una buena regla a seguir en un
proceso de negociación para evitar la «maldición»: «Fije un precio máximo y
quítele un 20%. Escriba la cifra en un papel y aférrese a ella
inflexiblemente».
No hay comentarios:
Publicar un comentario