(Parte de un texto de
Francisco Núñez en el suplemento económico de El Mundo del 8 de junio de 2008)
[…] La teoría de los ciclos económicos sigue
fundamentada en las conclusiones de J. A Schumpeter. Claro que desde su
fallecimiento (1950) han pasado muchas cosas; entre ellas, la globalización
económica. Este economista, que recopiló la labor de sus predecesores,
clasificó los ciclos en tres tipos según su duración y le puso el nombre de los
colegas que más se habían distinguido en su estudio. Así, el ciclo Kondratieff es
aquel que dura más de 40-50 años en todas sus fases; Jugar identifica los de
entre 5 y 10 años; y Kitchin, los de duración inferior.
Ahora, sólo hay ciclos
económicos Jugar, y los bursátiles y financieros se ajustan más al de Kitchin.
Según un estudio de NBER, una institución independiente que ha realizado un
estudio de los ciclos desde que se tiene constancia histórica, Estados Unidos ha
acumulado un total de 32 ciclos desde 1857 (cuando se produjo la primera Gran
Depresión debido a que los gobiernos de los estados financiaron sus déficits a
través de los bancos oficiales) hasta 2001 (la crisis de las punto.com).
El ciclo más largo se produjo
en la era Clinton (década de los 90).
El ex presidente de EEUU profundizó en los cambios estructurales que
desembocaron en una etapa de prosperidad y estabilidad monetaria no observada en
dos décadas y media, y logró superávit. La expansión del ciclo duró 120 meses,
la más larga en relación con la de los 60 (106 meses) o la de los 80 (92
meses).
La crisis más dura se
produjo en la Gran Depresión de 1929 (el sobreprecio de los valores produjo un crash en la Bolsa de Nueva York, descapitalizó
a la industria y las empresas y hundió al ahorro), con una contracción que duró
43 meses hasta tocar fondo. Después se produjo una expansión de 21 meses hasta completar
un ciclo total de 64 meses (hasta 1933).
Ahora estamos en el
ciclo económico número 33 y, precisamente, en la fase más descendente. Todavía
no ha tocado fondo la contracción. Y tiene el aderezo del petróleo (que ha
estado presente en la mayoría de las crisis desde los 70) y «el mal diseño del
sistema financiero», según los analistas, «lo que hace más impredecible la
duración de esta fase hasta tocar fondo y que se vuelva a reiniciar la
expansión.»
[…]
En este engranaje está
pillada la economía española, sin política monetaria y sin haber hecho reformas
estructurales en el momento de expansión (para hacer más competitivas las
exportaciones). Y lo que es peor, sin un modelo de crecimiento determinado.
Hasta ahora el ladrillo era quien
mandaba.
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