domingo, 10 de febrero de 2013

Así sorteó Berlín su crisis del euro



(Un artículo de Rosalía Sánchez en el suplemento económico de El Mundo del 23 de diciembre de 2012)
Alemania perdió atractivo con la introducción de la moneda única. Pero reaccionó con duros ajustes para mejorar la competitividad y volver a atraer la inversión. 

La sensación de que Alemania es inmune a la crisis es un espejismo. La economía alemana es igual de permeable a la crisis que la del resto de los mortales, pero es una economía más adulta, en el sentido de que nos supera en edad y experiencia. “Alemania tuvo su propia crisis del euro. Cuando la nueva moneda fue introducida, la ventaja del país en términos de menores tasas de interés desapareció. Por otro lado, la aparente seguridad que ofrecía el euro para las inversiones en otros países de la Eurozona motivó a los inversionistas alemanes -bancos y compañías de seguros- a buscar mejores retornos en el exterior. Alemania se convirtió así en el segundo mayor exportador de capitales del mundo, después de China, enviando 58% de sus ahorros a otros países. No sólo eso: los trabajadores alemanes estaban entre los más caros del mundo. El resultado fue un desempleo masivo”, recuerda Julio Saavedra, director de Relaciones Externas del Instituto IFO de Munich. «La industria alemana reaccionó mejorando la productividad, reduciendo costes y mejorando la innovación. Las demandas salariales se mantuvieron a un nivel moderado, gracias a la circunspección de los sindicatos, lo cual contribuyó a mantener el alza de precios también a niveles moderados. Pero eso no fue suficiente. El Gobierno de Schroder se vio forzado a realizar dolorosas reformas laborales, conocidas como Agenda 2010, que entre otras cosas redujeron los beneficios de desempleo, impulsando así a los beneficiarios a redoblar sus esfuerzos para encontrar trabajo», añade. «Es lo que aquí se conoce como devaluación interna con respecto a sus socios comerciales. Desde el momento en que se anunció el euro en la cita cumbre de Madrid de 1995 hasta la caída de Lehman Brothers, Alemania devaluó en 22%; en el mismo periodo, España se apreció en 30%. Ello explica la so alta competitividad alemana».

Gracias a su reacción adelantada al resto de los países, Alemania ha logrado flotar sin hundirse en medio de la tormenta global, pero la pregunta ahora es si logrará seguir a flote durante mucho más tiempo y es aquí donde Saavedra señala que «dependerá de si las medidas de rescate europeo, mediante las compras de bonos soberanos y el alza de las obligaciones acumuladas en el sistema Target de pagos interbancarios, siguen obligando a los ahorros alemanes a dirigirse hacia países donde no quieren ir por voluntad propia.  En ese caso, el capital disponible para invertir en Alemania disminuirá y, con ello, el dinamismo de su economía  perderá fuerza. El otro elemento de la fortaleza económica de Alemania, sus exportaciones, se mantiene bien gracias a la demanda desde las economías emergentes. Si éstas flaquean, lo cual podría suceder como efecto de una prolongación de la  crisis del euro, Alemania se verá afectada».

Desde España se escuchan muchas quejas de que haya países como Alemania que financian su deuda a precios irrisorios mientras sus socios europeos pagan primas de riesgo insostenible, pero a juicio de Saavedra, estas quejas suenan «como si ciudadanos del resto de Europa se quejasen de que el Real Madrid gane sus partidos con facilidad irrisoria. ¿Cómo evitarlo? Pues jugando mejor, lo cual requiere mantenerse competitivos y en buena forma. Lo que le falta a la economía española es la competitividad de sus clubes de fútbol. Actualmente España es muy cara, lo que hace que sus productos sean poco competitivos. Desde el momento que su economía se perciba como más competitiva, las primas disminuirán. Vale hacer notar que Alemania no fija las tasas de interés que paga por su deuda, sino los inversores. Las tasas simplemente reflejan el nivel de riesgo percibido para cada país. ¡Y nadie le está pidiendo al Real Madrid que juegue peor!». 

Saavedra va más allá y advierte que «si el BCE trata de garantizar un nivel máximo para las primas de riesgo estará distorsionando un mecanismo clave del mercado libre: la locación de capital a los usos en que resulte más productivo. El resultado sería que los mercados de capitales le cerrarían la puerta a España. La historia está plagada de ejemplos de economías que fracasaron por el intento del instituto emisor de fijar las primas máximas a las que los inversionistas debieran prestarles su capital. Sería lo mismo, por ejemplo, que el Bayern de Munich anunciara que no aceptara jugar contra el Real Madrid a menos que el marcador final no sea demasiado negativo en su contra». 

El hecho de que acudir al rescate tampoco garantice el acceso al crédito a un precio razonable deja a España sumida en una especie de depresión económica colectiva. La economía española parece encontrarse en un callejón sin salida, pero Saavedra nos anima, diciendo que es cuestión de tiempo y voluntad. “España no debiera descorazonarse”, dice, «Alemania necesitó 15 años para recuperar su competitividad. Para España, la ruta a una economía saludable tomará por lo menos la misma cantidad de tiempo. Pero las reformas sólo duelen al principio. No reformar, en contraste, dolerá por siempre».

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