(Un
artículo de Pablo Rodríguez Suanzes en el suplemento económico de El Mundo del
20 de enero de 2013)
Durante décadas hemos vivido tratando de creer que
el dinero no da la felicidad. Que lo material es una parte importante, pero no la
más importante. Que la salud, el amor o la familia influyen más (http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2012/03/20/el-dinero-da-la-felicidad-en-un-10--94495/).
No es algo original. Durante siglos, en Occidente, el dinero fue algo poco
extendido y la riqueza estuvo muy mal vista (por la Iglesia), como cuenta Jacques
Le Goff en La edad media y el
dinero, publicado recientemente en español (http://www.akal.com/libros/La-Edad-Media-y-el-dinero/9788446035947).
La corriente dominante en la actualidad (http://www.ft.com/intl/cms/s/0/31a31ea6-0161-11df-8c54-00144feabdc0.html#axzz2IMMI8R3Z)
defiende que «a pesar de los avances económicos, cada vez menos personas se
sienten satisfechas». Y que a partir de unos
ingresos mínimos, tener más nos aporta poco (http://www.ieseinsight.com/doc.aspx?id=00630&ar=11&idioma=1).
En el mundo académico esto es lo que se conoce como la Paradoja de Easterlin,
formulada en 1974 por Richard Easterlin (http://graphics8.nytimes.com/images/2008/04/16/business/Easterlin1974.pdf).
Aunque vivas bien, quieres más: si tienes un coche de 20.000 euros, quieres uno
de 40.000; y si tienes un chalet, quieres la piscina del vecino. Recientemente,
el célebre Daniel Kahnneman ha llegado a conclusiones similares.
Pero... ¿y si no fuera así? ¿Y si el dinero sí que
diera la felicidad y cuanto más, mejor? Eso es lo que sostienen Daniel W. Sacks,
Betsey Stevenson yJustin Wolfers en un interesantísimo paper publicado hace
unas semanas. Según sus evidencias, la relación entre felicidad e ingresos es
logarítmica. Si tu salario pasa de 50.000 a100.000 euros tu felicidad aumenta
en la misma medida que si pasa de 200.000 a 400.000. No es la cantidad, es la
proporción, aseguran sus cálculos, pues si pasaras de ganar 400.000 a 600.000,
no sería lo mismo (http://www.forbes.com/fdc/welcome_mjx.shtml). Y es así no en
un país o cultura concreta, sino en general. Y sobre todo, afirman, no existe
ese punto teórico a partir del cual los ingresos dejan de ser relevantes. Y para
ello usan datos de encuestas de Gallup o del Eurobarómetro, fuentes que en el
pasado habían sido usadas para demostrar lo contrario (http://www.elmundo.es/elmundosalud/2010/09/06/noticias/1283796027.html).
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