lunes, 11 de febrero de 2013

Diez claves del crecimiento alemán I



(Un artículo de Rosalía Sánchez en el suplemento económico de El Mundo del 23 de diciembre de 2012 – La máquina alemana busca trabajadores-)

Alemania nos llama. Alemania nos necesita. La economía alemana tendrá que incorporar 1,7 millones de trabajadores extranjeros a su mercado laboral desde ahora a 2020 y mira suplicante al sur de Europa. Hasta 2035, para evitar que el motor se cale, la demanda es de cuatro millones de trabajadores foráneos. Estos son los datos del último informe de la Asociación deja Industria de Baviera (Vereinigung der Bayerischen Wirtschaft), cuyo presidente, Bertram Brossardt, advierte que “actualmente tenemos ya un déficit importante de mano de obra cualificada y este estudio demuestra que a pesar de todas las medidas adoptadas ese déficit seguirá aumentando”. 

Un informe anterior del Instituto Prognos ya hablaba en 2008 de un agujero de mano de obra. Entonces, con el PBI alemán cayendo en picado, resultaba difícil creer semejantes augurios, pero el hecho es que el nivel de paro se ha mantenido inalterablemente ajeno a la crisis y el Gobierno lleva ya un año practicando una política muy activa de captación de trabajadores. 

Merkel ha dicho esta semana que «el próximo reto de integración europea es un mercado laboral común que podemos lograr en 10 ó 20 años», seguramente pensando en el trasvase de mano de obra natural que tiende a establecerse entre economías como la española, con los seis millones de parados que prevé la CEOE para 2013, y la alemana. La canciller señalaba como las dos únicas condiciones necesarias que «hay que hacer más compatibles nuestros sistemas sociales» y que «tenemos que aprender más idiomas». 

Las administraciones están inmersas ya en la construcción del viaducto de trabajadores y en el lanzamiento de un mensaje: parados del mundo, Alemania os espera. Sólo el estado federado de Hesse ha ofrecido publicamente en España 150.000 empleos y la llegada de españoles a Alemania buscando trabajo ha aumentado un 53,4% en el primer semestre de 2012.

Después de cinco años de crisis económica y sobresaltos financieros, mientras el resto de los países europeos ha traspasado sin piedad el umbral del dolor social y apenas alcanzan a ver un destello de crecimiento al final del túnel, Alemania sigue pisando fuerte en el mercado global, disfruta de más empleo que nunca antes en la historia de la República Federal y está centrada en políticas a largo plazo que posiblemente prolonguen este éxito, si es que consigue no dejarse arrastrar por la desconfianza que carcome el euro. 

¿Cómo ha llegado Alemania a convertirse en semejante máquina todoterreno de creación de empleo? Tratar de definirlo en sólo diez puntos es tan arriesgado como enseñar economía a un presidente en dos tardes, pero podemos intentarlo.

Competitividad. El ranking del Foro Económico Mundial, que incluye a 139 países, sitúa a Alemania como quinto más competitivo del mundo en 2011, después de Suiza, Suecia, Singapur y EEUU. Cuenta con las “sagradas mil”, mil pymes alemanas que son la número uno en su producto en el mundo y 270.000 empresas industriales ampliamente establecidas en economías emergentes de Asia y América Latina, reduciendo así su dependencia de la debilitada zona euro. Esto es lo que permite que Alemania cierre el año en curso con un aumento de las exportaciones del 4% a pesar del derrumbe de las ventas. La Asociación Federal de la Industria cuenta incluso con otro aumento, el año que viene, del 3%. Sólo China supera su superávit comercial. 

Este nivel de competitividad se consigue a base de contención salarial, pero también tiene un truco: las empresas alemanas reducen costes de mano de obra ubicando parte creciente de su producción en los países del Este, Rusia y Ucrania. La cuota de inversión externa en la región se ha incrementado un 40% desde 2004 hasta hoy, logrando un gran aprovechamiento de los trabajadores cualificados en esos territorios.
 
Implantación. Según Deutsche Bank, la implantación internacional de los modelos de negocio alemanes es clave en el sostenimiento de su PIB. No sólo externalizan sino que exportan un modo de hacer. El ejemplo más palmario es la industria automovilística. Alemania ha sido capaz de mantener desde 1998 la producción en su propio territorio en cinco millones de unidades. Sin embargo ha duplicado la cifra fuera de sus fronteras en el mismo período de tres a seis millones de coches. 2010 fue el primer año en el que la fabricación extranjera ha superado a la local (6,1 millones contra 5,6). Marca, barreras de entrada y adaptación al gusto local son los factores con los que los analistas de Deutsche Bank justifican este éxito.
 
Mercado laboral flexible. Pero llevar producción fuera no quiere decir perder empleo dentro. Alemania tiene una tasa de paro media del 7%; en algunos estados es inferior al 4%. En términos generales, esto significa que en Alemania hay que esconderse mucho; pero mucho, para evitar trabajar. El sistema social ofrece muy amplia cobertura, pero desincentiva el desempleo equiparando el paro a partir del primer año a las ayudas sociales a los indigentes y excluyendo del seguro por desempleo a quien rechace reiteradamente ofertas de trabajo, aunque sean en una ciudad diferente a la de residencia o aunque se trate de un trabajo en otro sector. Huelga decir que el empleo genera recaudación de impuestos y consumo interno, por lo que se convierte en el motor de la economía, la pone en funcionamiento y genera más empleo.
Los alemanes, además, siguen estando relativamente bien pagados, con una renta media de 30.000 euros en 2009, unos 10.000 más que la española, y que habría ascendido a los 38.000.en 2012, según estimaciones del FMI. Las empresas han evitado subidas excesivas de salarios pactando con los sindicatos moderación a cambio de empleo, pero la gran reducción de costes laborales tiene lugar vía flexibilidad, la clave de su mercado laboral. Durante 2009, el año que el PBI alemán perdió un 6%, el paro se mantuvo en el 7,5% gracias a programas de reducción de jornada que permiten adaptar los horarios a la demanda. Apenas hay, por tanto, ERE de extinción, sino ERE temporales en los que la empresa paga un 10% del salario y la Administración el resto. La eficiencia de los Jobcenter alemanes, similares al INEM, es también fundamental. No están planteados como expendedores de subsidios, sino como punto de encuentro entre empresas y demandantes de empleo. Cuando un empresario necesita personal, buscan los perfiles más aproximados y se los envían para que los forme durante seis meses según sus necesidades específicas. El 80% acaba quedándose.

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