(La columna de Pablo
Rodriguez Suanzes en el suplemento económico de El Mundo del 7 de marzo de
2010)
Que desde la II Guerra
Mundial, la relación entre la economía y los Juegos Olímpicos es cada vez más poderosa
es un hecho evidente. La cita olímpica mueve decenas de miles de millones de euros
y es capaz de resucitar ciudades y regiones enteras. Sin embargo, también
existe un interesante nexo teórico. En la última década se han realizado estudios
económicos para predecir los resultados deportivos. ¿Se puede predecir el
número de medallas en función de factores materiales? Johnson, profesor del Colorado
College (http://faculty1.coloradocollege.edu/~djohnson), y fanático del curling, cree que sí, y sus estimaciones
son muy precisas, con una correlación cercana al 1% (http://faculty1.coloradocollege.edu/~djohnson/olympics.html)
Johnson tiene en cuenta 5
variables en sus análisis: PIB, población, estructura política, factores climáticos
y la ventaja de ser el país organizador, como recuerda Daniel Gross en Slate
(www.slate.com). Un método similar es el usado por Andrew Bernard, de la Universidad
de Dartmouth, quien tiene porcentajes de aciertos similares (http://mba.tuck.dartmouth.edu/pages/faculty/andrew.bernard/bernardrestatjournalversion.pdf).
El resumen de ambas sería, parodiando a Clinton, «¡Es el PIB, estúpidos!». En
las mismas fechas, el Nobel Gary Becker escribía un post enfatizando los
factores políticos. (www.becker-posner-blog.com).
Eso sí, la mejor recopilación de estudios es la hecha en el blog Economic Logic
(Who will win the Olympics?) (economiclogic.blogspot.com).
En los Juegos de
Vancouver, EEUU y Alemania ganaron muchas más medallas que las previstas por Johnson.
¿Casualidad? Henry D. Fetter, en The Atlantic,
ironiza sobre política, economía y deporte recordando que en 1998, en los Juegos
de Calgary, las potencias fueron la URSS, con 29 medallas, y la RDA, con 25. EEUU
tuvo sólo seis. Los soviéticos tenían más población pero menos PIB, menos libertad
y no eran organizadores. Por ello, concluye Fetter, quizás no debamos mezclar
lo que pasa en el hielo con lo demás, aunque sea muy divertido (www.theatlantic.com).
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