(Un texto de Tino Fernández en el suplemento económico de El
Mundo del 13 de septiembre de 2009)
El reverso tenebroso de
la fuerza emprendedora está en ese 14% de españoles de entre 16 y 24 años que
ni estudia, ni trabaja. Un lastre para el nuevo modelo económico.
Para los Neet (Not Employment, Education or Training), la
tópica pregunta del «¿estudias o trabajas?» resulta fácil y triste de responder.
Ni lo uno ni lo otro. Según la OCDE, el 14% de los jóvenes españoles de entre 16
y 24 años no hace nada.
Las carencias formativas se completan con los datos
proporcionados por el último informe Panorama
de la Educación. Indicadores de la OCDE, que recordaba esta semana que el
49% de los españoles de 25 a 64 años sólo ha finalizado los estudios obligatorios.
Aunque este porcentaje ha disminuido (en 1997 llegaba al 69%). todavía nos sitúa
lejos de las potencias europeas y de la OCDE.
Volviendo a la generación
NiNi, la de aquellos que ni estudian ni trabajan, el estudio realizado por
la OCDE en la Unión Europea y Estados Unidos coloca a España en el cuarto peor lugar,
por delante de Italia, Eslovaquia y Reino Unido. Según este informe, el 5% de
los jóvenes españoles que abandonan los estudios tras la Educación Obligatoria,
con 16 años, no están interesados en hacer nada y otro 20% queda atrapado en el
desempleo.
Montse Ventosa, fundadora de Employee Branding, cree que la contradicción
entre las jóvenes generaciones que se deciden por el camino del emprendimiento
y los llamados NiNis, puede tener una
explicación: «Los primeros tienden al optimismo y a una cierta esperanza de que
pueden cambiar las cosas, considerando la dificultad como una oportunidad para
aprender y crecer. Los NiNis o Neet sienten que poco o nada pueden hacer
por cambiar la situación, por superar las dificultades que plantea la crisis, y
de alguna manera se dan por vencidos, quedando en una situación de desamparo
que se traduce en estas cifras, y en la merma de talento para nuestros países».
Para Krista Walochik, presidenta consejera delegada de Norman
Broadbent, la existencia de una generación que ni estudia ni trabaja se da
porque existe una estructura social y familiar que apoya esto. «Son jóvenes que
han recibido todo con mucha facilidad, que han vivido en un entorno protegido
hasta los treinta y tantos y que mantienen una estricta separación del ámbito del
estudio y del trabajo. En otros países, como Estados Unidos, no se dan estas generaciones
sobreprotegidas. Allí, la cultura del valor del trabajo es diferente y no existe
esa red social o familiar que permite estar inactivo».
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