(Un texto en el suplemento económico de El Mundo del 20 de
marzo de 2011)
Desde una perspectiva negativa, también se puede determinar
qué es lo que las organizaciones deberían evitar para hacer felices a sus
empleados. Un estudio de Tatum Consulting Group e Interban Network señala
algunos males de las compañías, como el estrés, que implica ritmos asfixiantes
y empleados en estado de tensión permanente provocado por la sobrevaloración
de capacidades, la escasez de personal cualificado, la falta de información o
las pérdidas de tiempo. Los síntomas más claros son el absentismo, las bajas
por estrés, el síndrome del burn out,
o el mal ambiente de trabajo. A esto se pueden añadir la osteoporosis organizacional
-la estructura de la empresa se debilita por falta de recursos-, la miopía
-falta de capacidad para reconocer con antelación los cambios que se dan en el
mercado-y la artrosis, típica de las organizaciones con capacidad de adaptación
a los cambios del entorno. Sin olvidar la esquizofrenia (el discurso y la realidad
no coinciden, ya que existen personas inseguras en la dirección, y se
advierte una incapacidad para comunicar la realidad y gestionar todos los conflictos)
o la
anemia, que es una disminución del compromiso en la organización causada
por el incumplimiento de promesas laborales, la insatisfacción retributiva, la falta
de reconocimiento y el robo de méritos.
A esto se pueden añadir males como la sordera (exceso de autoestima
y falta de autocritica); la depresión (organizaciones sumidas en crisis con una
situación de desánimo generalizado que viene provocado por la dirección por
amenazas, la presión excesiva, la lucha de egos o el miedo al cambio); o la
anorexia (la excesiva racionalización de costes afecta al desarrollo y al
crecimiento, causado por haber sobredimensionado la plantilla en el pasado.
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