miércoles, 26 de marzo de 2014

La volatilidad de las expectativas de precios



(Un artículo de José Manuel Campa en el suplemento económico de El Mundo del 7 de diciembre de 2008. Curioso ver lo que ya se pensaba en aquel momento… -¿no suena a QE?)

Estamos viviendo momentos difíciles donde en un día pasan cosas que antes no creíamos que pudieran pasar en una década. En este contexto no parece extraño que pasemos en seis meses de hablar de riesgo de inflación, y de estanflación, a estar ahora obsesionados en preocuparnos por la posibilidad de deflación. Incluso se acabará acuñando un nuevo término, la estandeflación. Tenemos por primera vez en la historia a un Banco Central con un objetivo claro y que está haciendo bien su trabajo. Su objetivo es la estabilidad de precios a medio plazo, pero la paranoia sobre inflación/deflación está más excitada que nunca. 

En momentos de mucho ruido es importante acordarse de los principios más básicos. «La inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario» quizás sea la cita más famosa de uno de los economistas más famosos del siglo XX, Milton Friedman. También está siendo uno de los más citados en los últimos meses, especialmente en referencia a sus estudios y conclusiones sobre la gran depresión de los años 30. 

Pues bien, pensemos un poco lo que significa esta frase. La inflación es función de la cantidad de dinero que hay en la economía. Cuanto más dinero hay, para un número más o menos estable de bienes, significa que los precios de los bienes acabarán subiendo, y de ahí surge la inflación. 

¿Pero cuánto dinero hay en la economía? Esta pregunta, que en principio deberla ser de respuesta sencilla, no tiene una respuesta clara. La cantidad de dinero no es sólo los billetes y monedas que imprimen los bancos centrales. Eso es lo que los economistas llamamos la base monetaria. La cantidad total efectiva de dinero depende también de la velocidad con que ese dinero (la base monetaria) circule entre los distintos agentes. Si los agentes cogen los billetes y los meten debajo del colchón, el dinero no circula y la cantidad de dinero que hay es muy poca. Si los agentes cogen el dinero y lo mueven mucho, la misma base monetaria hace que la cantidad de dinero se multiplique varias veces. ¿Quiénes mueven el dinero? Principalmente los bancos, prestándolo de unos clientes a otros, generando sustitutos que puedan ser utilizados como dinero (como facilitando el uso de tarjetas de crédito, dando créditos o facilitando el descuento de pagarés Y otros medios de cobro y pago), y apalancándose ellos o ayudando a empresas y familias a hacerlo. 

Todos sabemos lo que está ocurriendo en la actualidad. Los bancos no están moviendo el dinero. Las familias y las empresas no lo tienen, así que tampoco lo pueden mover. Peor aún, como están apalancados lo poco que consiguen lo usan para devolvérselo al banco, así que se quedan sin él. Para compensar, los bancos centrales están imprimiendo muchísimo dinero, así que crece la masa monetaria pero disminuye, o no aumenta, la cantidad de dinero en la economía. 

Este proceso se ha extendido tanto que ya casi estamos en el extremo en el que terminen siendo los bancos centrales los únicos que presten y tengan que hacerlo ellos directamente a empresas y familias. Ya lo están haciendo implícitamente a los gobiernos, comprometiéndose a comprarles los bonos que vayan emitiendo para estimular la economía. 

Esta dinámica está haciendo que a corto plazo la cantidad de dinero en la economía sea aparentemente menor y que a menos dinero, siguiendo la cita de Friedman, para la misma cantidad de bienes nos lleve a un riesgo de deflación en el corto plazo. 

Pero ¿cuál es la expectativa razonable a medio plazo sobre la evolución de los precios? Tiene que ser claramente de inflación. Los bancos centrales están aumentando su masa monetaria de forma nunca vista. Los gobiernos han incrementado sus compromisos de gasto en los últimos 10 meses también de una forma casi sin precedentes. Estos gastos los tendrán que pagar en el futuro. Cómo lo pagarán no lo sabemos aún, pero la tentación de imprimir dinero para al menos pagar en parte lo que deben será alta.
Por lo tanto, lo único que cabe esperar a medio plazo son presiones inflacionistas, y además altas. Cuánto tardarán en realizarse dependerá de cuánto tarde el sector financiero en retomar a la normalidad. A prestar dinero, a crear sustitutos al dinero, a incrementar su velocidad de circulación. En resumen, a incrementar la cantidad de dinero en la economía. Está bien hablar de riesgo de deflación ahora a corto plazo, pero también es bueno mirar un poco más allá, y en cuanto levantemos las miras sólo veremos inflación.

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