(Un artículo de Ricard
González sobre los responsables de la crisis, en El Mundo del 13 de septiembre
de 2009)
Un asunto discutible es hasta
qué punto las instituciones públicas podrían haber evitado la explosión de la
crisis financiera, pero de lo que no hay duda es que, como mínimo, no estuvieron
a la altura de las circunstancias. Uno de los personajes que se ha llevado más palos
por parte de la prensa estadounidense especializada es Christopher Cox, el ex presidente
de la entidad reguladora de la Bolsa (SEC, por sus siglas en inglés).
Su organismo no sólo fue
incapaz de destapar la estafa multimillonaria de Madoff, sino que tampoco
mostró el celo escrutador necesario ante las prácticas de dudosa viabilidad de
los grandes bancos de inversión como Lehman Brothers o Merrill Lynch. Cox argumenta
que no tenía suficientes poderes para intervenir en unos mercados financieros altamente
desregulados. Y tiene parte de razón. Durante los últimos 15 años, el Congreso de
EEUU, con Phil Gramm a la cabeza, y la Casa Blanca han aprobado diversas medidas
encaminadas a eliminar varios de los mecanismos de control de la banca que, de haber
estado aún en vigor, quizás podrían haber frenado a tiempo el desastre, o al
menos haberlo minimizado.
Otro al que le han llovido
las críticas […]ha sido Alan Greenspan. Quien fuera apodado 'El Oráculo', fue incapaz
de presagiar la burbuja inmobiliaria que estaba creando su política de bajos tipos
de interés, y además, puso su sello de aprobación a las políticas de desregulación
en boga en los años noventa. El propio Greenspan reconoció en una audiencia en
el Congreso que se equivocó al creer que las compañías financieras se podían regular
a sí mismas.
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