domingo, 24 de agosto de 2014

Cuando había bombardeos en lugar de rescates



(La columna de Pablo Rodríguez Suanzes en el suplemento económico de El Mundo del 19 de diciembre de 2010)

Los rescates de Grecia e Irlanda han disparado las dudas sobre los modelos económicos, el euro y la cohesión europea. Sin embargo, la historia refleja que hemos visto avances muy significativos. Hoy, las grandes potencias ayudan a los países morosos. Hace un siglo, los bombardeaban. Kevin Hassett, del American Enterprise Institute, recordaba estos días que eso es lo que ocurrió en 1902 en Venezuela, cuando «buques de guerra alemanes, italianos y británicos bloquearon los puertos, cerraron aduanas y bombardearon fuertes del país en respuesta al default de deuda pública venezolana". http://www.aei.org/article/economics/international-economy/trade/irish-sovereign-debt-default-would-be-far-from-armageddon/).

La intervención europea generó una respuesta sin precedentes: la Doctrina Drago, esbozada por el ministro de Exteriores argentino Luis María Drago, como añadido a la Doctrina Monroe, estableciendo que un país acreedor no podría utilizar la fuerza para cobrar una deuda. Por desgracia para México, Drago tenía sólo tres años en 1862, cuando tropas francesas, españolas y británicas, en respuesta a la suspensión de pagos de la deuda externa por el Gobierno de Benito Juárez, enviaron tropas e iniciaron un proceso que culminó con la coronación de Maximiliano de Habsburgo como emperador de México (http://www.mexicodiplomatico.org/art_diplomatico_especial/francia_intervenciones.pdf)

Esta vez es diferente, el elogiado libro de Ken Rogoff y Carmen Reinhart del año pasado, no deja a España nada bien. De 238 casos de impago de países entre 1800 y 2008, 13 fueron nuestros. Eso sí, impresiona el récord griego: ha estado en quiebra uno de cada dos años desde su independencia (www.bit.ly/awBGKK). Para una visión del origen y el uso de la deuda por parte de las naciones es útil El triunfo del dinero, de Niall Ferguson (www.niallferguson.com). Para una perspectiva clásica y anterior de España, el magnífico Carlos V y sus banqueros, de Ramón Carande.

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