(La columna de Pablo Rodríguez Suanzes en el suplemento
económico de El Mundo del 19 de diciembre de 2010)
Los rescates de Grecia e
Irlanda han disparado las dudas sobre los modelos económicos, el euro y la cohesión
europea. Sin embargo, la historia refleja que hemos visto avances muy
significativos. Hoy, las grandes potencias ayudan a los países morosos. Hace un
siglo, los bombardeaban. Kevin Hassett, del American Enterprise Institute, recordaba
estos días que eso es lo que ocurrió en 1902 en Venezuela, cuando «buques de
guerra alemanes, italianos y británicos bloquearon los puertos, cerraron aduanas
y bombardearon fuertes del país en respuesta al default de deuda pública venezolana". http://www.aei.org/article/economics/international-economy/trade/irish-sovereign-debt-default-would-be-far-from-armageddon/).
La intervención europea
generó una respuesta sin precedentes: la Doctrina
Drago, esbozada por el ministro de Exteriores argentino Luis María Drago,
como añadido a la Doctrina Monroe, estableciendo
que un país acreedor no podría utilizar la fuerza para cobrar una deuda. Por desgracia
para México, Drago tenía sólo tres años en 1862, cuando tropas francesas,
españolas y británicas, en respuesta a la suspensión de pagos de la deuda externa
por el Gobierno de Benito Juárez, enviaron tropas e iniciaron un proceso que
culminó con la coronación de Maximiliano de Habsburgo como emperador de México
(http://www.mexicodiplomatico.org/art_diplomatico_especial/francia_intervenciones.pdf)
Esta vez es diferente, el elogiado libro de Ken Rogoff y Carmen Reinhart
del año pasado, no deja a España nada bien. De 238 casos de impago de países
entre 1800 y 2008, 13 fueron nuestros.
Eso sí, impresiona el récord griego: ha estado en quiebra uno de cada dos años
desde su independencia (www.bit.ly/awBGKK). Para una visión del origen y el uso
de la deuda por parte de las naciones es útil El triunfo del dinero, de Niall Ferguson (www.niallferguson.com). Para
una perspectiva clásica y anterior de España, el magnífico Carlos V y sus banqueros, de Ramón Carande.
No hay comentarios:
Publicar un comentario