viernes, 22 de agosto de 2014

El 'Efecto Hawthorne' y los experimentos desfasados



(La columna de Pablo Rodríguez Suanzes en el suplemento económico de El Mundo del 28 de junio de 2009)

El pasado 13 de junio [de 2009], Tim Harford recogía en su blog (http://blogs.ft.com/undercover) un artículo suyo en Financial Times sobre la fiabilidad de los experimentos sociales que incluyen a personas. Pone ejemplos conocidos, como el llamado Efecto Hawthorn, una prueba realizada entre 1924 y 1932 que demuestra que las personas siempre responden a los cambios: «Te dediques a lo que te dediques, la producción aumenta durante un tiempo si haces algún cambio». Idea fascinante, pero controvertida, pues los humanos actúan de forma diferente al sentirse observados. Vamos, un efecto Heisenberg económico: (www.nuclecu.unam.mx/~vieyra/node20.html) 

Los experimentos no son los únicos estudios que están desfasados. En 1965, EEUU adoptó los cálculos de Mollie Orshansky, una estadística, para establecer el Poverty threshold o línea de pobreza (www.nytimes.com/2007/04/17/us/17orshansky.html). Orshanksy usó el thrifty food plan, el más barato de los cuatro planes de alimentación desarrollados por el Departamento de Agricultura (www.ocpp.org/poverty/how.htm). Calculó que la alimentación suponía un tercio de los gastos de una familia y estableció el mínimo de quién es pobre. Ese sistema lo sigue usando la Oficina del Censo, pese a que excluye los beneficios sociales y sobre todo a que ahora la comida supone sólo un sexto de los gastos, mientras que la vivienda, apenas computada, es el máximo pago. 

También en su blog, Harford respondía a un lector confundido por los precios de los fichajes deportivos y su valor en libras y euros. El economista camuflado le advierte de un error común: no tener en cuenta que el valor del dinero cambia con el tiempo, y que una libra en 2000 no vale lo mismo en 2009. Un buen sitio para conocer esas fluctuaciones es www.measuringworth.com. Lexington, en The Economist, recuerda por su parte que un calendario de hace décadas tampoco vale para nuestros días. Eso ocurre en EEUU, cuyos colegios tienen más vacaciones que el resto de países por los parones agrícolas heredados del pasado (www.economist.com: The underworked American).

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