(Un artículo de Carlos Salas en el suplemento económico de
El Mundo del 27 de diciembre de 2009. Otra profecía autocumplida)
La revista alemana Der
Spiegel lanzó hace poco un número que se titulaba: La década perdida (Das verlorene
Jahrzenht), donde afirmaba que, entre la ruina de las punto.com en 2000,
los ataques a las Torres Gemelas, la segunda Guerra del Golfo y el golpe
financiero del año pasado, podíamos decir que estos 10 años habían sido un
desastre.
Bueno, es una forma de vender portadas. Yo tengo otra
visión: La década del gratis total. ¿O
es que nadie se acuerda ahora cómo fueron bajando los tipos de interés hasta
niveles nunca vistos en la Historia? Y eso ha sucedido en dos ocasiones:
empezando la década y terminando la década. En EEUU bajaron al 1%, subieron al
5% y ahora están casi al 0%. En la zona euro empezaron al 1,5%, subieron al 4%,
y ahora están al memorable 1%.
También ha sido la década del petróleo barato. Cuando Hugo Chávez
llegó al poder, en 1999, el barril de petróleo estaba por debajo de 16 dólares.
Si se aplica la inflación, eso significa que estaba más barato que en el
momento más caro de la década de los 70, cuando estalló la gran crisis del petróleo.
Es decir, a principios de nuestra reciente década, el crudo estaba casi
regalado.
Lo cual permitió que naciera la década de los viajes
baratos. A eso hay que añadir la competencia entre las líneas aéreas e
internet, por supuesto. Hoy una pareja puede viajar a cualquier parte del mundo
por un precio de risa. Billetes a cinco euros con destino a Londres. Billetes last-minute a Australia por menos de 100
euros. ¿Alguien se acuerda de estas ventajas?
Y desde luego, ha sido la década de la informática barata.
Antes, las familias compraban un ordenador de sobremesa (para que el niño hiciera
los deberes y aprendiera eso de la informática), de manera que añadiendo el
chucho, la tele, el cubo de basura y el microondas, la casa era feliz. Hoy cada
miembro de la familia tiene un portátil. Cada miembro. ¿Por qué? Porque el
precio de los portátiles ha caído a niveles tan bajos que ya los regalan: si uno
se abre una cuenta en un banco, o se abona a una línea ADSL, le regalan un netbook.
También es la década de los teléfonos móviles gratis total.
Es más, no pasan dos meses con un teléfono recién estrenado, cuando la compañía
telefónica nos envía un sms diciendo: «¡Pero tío!, ¿cómo es que no has renovado
tu móvil?». Y nos regala un montón de puntos para que vayamos al centro más
cercano a recoger un aparato con pantalla táctil gigantesca, gran resolución y
más potente que el primer ordenador construido en EEUU en los años 40. Se
pueden ver hasta películas.
Eso por no hablar de los periódicos. En esta década se consolidaron
en España cuatro diarios gratuitos de información general, otro económico, y
cientos de diarios locales. Cada mañana, se repartían millones de ejemplares en
las principales ciudades españolas, y la gente los devoraba mientras viajaba en
metro o autobús.
También ha sido la década de la prensa on line gratuita, algo que quizá deje de existir en la próxima
década. elmundo.es se consolidó como
el mayor diario digital en lengua castellana de este planeta. elpais.com, que empezó la década con una
web de pago, se dio cuenta de su error, y a mitad de década la convirtió en
gratis total. Pero ya elmundo.es le había
tomado la delantera. Hoy la inmensa mayoría de los españoles y del mundo entero
vive pegado a unos excelentes medios de información sin pagarles un euro; ni un
solo euro. Más gratis, imposible.
Ha sido una década en la que han surgido unos servicios
gratuitos que ahora ocupan gran parte del tiempo de todo el mundo, las llamadas
redes sociales: Facebook nació en 2004; YouTube, en 2005; Twitter y Tuenti en
2006. Y se podría seguir hablando de redes de contactos familiares, de amigos o
de profesionales que no pagan un euro, pero que consumen como locos. También ha
sido la década de Wlkipedia, la mayor enciclopedia digital del planeta que encima
sale gratis a sus millones de usuarios. Dio sus primeros pasos en 2001 y hoy, a
pesar de las críticas, es más consultada que la Británica y la Espasa. Para
sobrevivir, abora Wikipedia solicita a sus usuarios donaciones, porque ese
conocimiento universal cuesta dinero.
El auge de los correos electrónicos gratuitos (no de
empresa) se vio en esta década prodigiosa, con el estallido de hotmail, de gmail,
de yahoo mail. También ha sido la década en la que creció exponencialmente el
número de blogueros, con lo que los diarios personales, han pasado de costumbre
rancia de nuestros abuelos, a estandarte de la vanidad mundial gracias a
Blogger, WordPress y muchos otros. Gratuitos, claro.
Y por supuesto, esta década que se nos va ha sido la década
del gratis total en el mundo de la música y del cine: millones de jóvenes en
todo el mundo se han pasado años descargándose canciones de Michael Jackson o
La Oreja de van Gogh, o películas recién estrenadas de Hollywood sin pagar un solo
euro a sus creadores. Casi habría que llamarla la década de los bucaneros,
porque nunca en la historia se recordaba tantos piratas en cantidades tan masivas.
¿Qué ha permitido ofrecer esos precios tan bajos o
absolutamente gratis? El petróleo, los chinos (los verdaderos piratas de
nuestra galaxia), la apertura de los mercados y, sobre todo, internet. Sin
internet no podríamos disfrutar de correo electrónico, ni de blogs, ni de
diarios digitales, ni portales de música o películas, todo gratis. Uno hasta se
podía ahorrar las cuotas de conexión pirateando la señal del vecino, o metiéndose
en zonas wifi pagadas por
ayuntamientos y empresas.
Muchas de esas cosas ya han desaparecido: diarios gratuitos
(Metro), webs sociales (Geocities), líneas aéreas (FIyglobespan)... Otras, será
imposible mantenerlas gratis o tan baratas todo el tiempo, como el petróleo o
el precio de los productos chinos. Incluso los periódicos digitales han dicho
basta y quieren cobrar a sus lectores.
Pero no lo duden: ha sido la década más barata de la
Historia.
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