sábado, 26 de abril de 2014

CDO’s, los malos de la película



(La columna de Pablo Rodríguez Suanzes en el suplemento económico de El Mundo del 21 de marzo de 2010)

La crisis económica ha convertido a los españoles en expertos en términos financieros. Conocemos bien las hipotecas subprime, los Credit Default Swaps (CDS) o las stock options. Sin embargo, hay un instrumento peculiar que, pese a su relevancia, no ha calado igual: las Collaterized Debt Obligations o CDO's (obligaciones de deuda colateralizadas o garantizadas, que no son derivados, sino ¡derivados de derivados!) (www.investopedia.com/terms/c/cdo.asp). Hace ya un año y medio, Gurusblog explicaba de forma extraordinaria en qué consiste este instrumento, cómo consigue trocearse para convertir préstamos de alto riesgo en CDO's de alta calificación y, por tanto, por qué son tan apetecibles para los inversores (www.gurusblog.com 15 de octubre de 2008). 

Los CDO's, al poder trocearse, permiten acciones impensables hasta hace poco. Un acreedor que no quiera esperar al vencimiento de una deuda, puede dividirla y venderla por partes a terceros. En Scribs se puede encontrar una útil (y compleja) Guía para los CDO's (www.scribd.com/doc/5595986/The-Credit-Guide-To-CDO). Dado el nivel de sofisticación de este tipo de instrumentos, no sorprende que muchos reguladores hayan tenido dudas, desde hace años, sobre su comportamiento. En 2007, Enrique Calatrava recogía el impacto de los CDO's y la gran incertidumbre que generaban en Jaime Caruana, ex gobernador del Banco de España.

En los últimos días, la blogosfera económica de EEUU (http://blogs.wsj.com/deals) está emocionada por una tesis escrita, en 2009, por Anna Katherine Barnett-Hart, una brillante alumna de Harvard (http://www.hks.harvard.edu/m-rcbg/students/dunlop/2009-CDOmeltdown.pdf). En Historia del hundimiento del mercado de los CDO's. Un análisis empírico, Barrett-Hart traza analogías muy claras, al comparar el mercado de CDO's con el juego de las sillas musicales (gana el que se sienta antes) o con el de la patata caliente, que se pasó de brokers hipotecarios a WalI Street, pero dejando pedazos por el camino.

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