(La columna de Pablo Pardo en el suplemento económico de El
Mundo del 3 de enero de 2010)
La crisis ha resucitado a
algunos economistas olvidados. El caso más obvio es Keynes, pero otro ejemplo es
Hyman Minsky, que alertó hasta su muerte en 1996 de los peligros de la
liberalización descontrolada del sector financiero. Su trabajo generó la
expresión Momento Minsky, nacida
durante la crisis rusa de 1998. Pero los académicos nunca le tomaron en serio
porque no solía acompañar sus teorías con ladrillos
matemáticos. La keynesiana presidenta de la Fed de San Francisco, Janet Yellen
(esposa del no menos keynesiano Nobel George Akerlof) ha dedicado a Minsky un discurso
laudatorio (www.frbsf.org/news/speeches/2009/0416.html). Aquí, uno de los papers más famosos de Misnky: www.levy.org/pubs/wp74.pdf.
La recesión también ha
resucitado a Arthur Cecil Pigou -al que Keynes ridiculizaba-, otro teórico con fobia a las matemáticas. Su trabajo se centró
en los fallos del mercado y en cómo esos fallos pueden extenderse causando problemas
que no son económicos. Eso ha puesto a Pigou en el centro de tres debates:
regulación bancaria, control de emisiones de CO2 y reforma de la Sanidad de EEUU,
en los que el mercado está creando esos problemas (contaminación, menor
esperanza de vida y crisis social y política). Pigou aconsejaba libertad para
el sector privado pero admitía la intervención estatal si empresas y consumidores
no se ponían de acuerdo. Su libro estrella, La
economía del bienestar, está disponible en www.econlib.org
Un caso más complejo es
el de Milton Friedman. Las grandes inyecciones de liquidez de los bancos
centrales siguen el modelo que, según Friedman, EEUU deberla haber usado para
combatir la Gran Depresión. El presidente de la Fed, Ben Bernanke, no escatima elogios
a Friedman (www.federalreserve.gov/BOARDDOCS/SPEECHES/2002/20021108/default.htm).
Lo que Bernanke no dice es que Friedman apoyaba la expansión monetaria, pero no
la compra de títulos por el Estado ni, mucho menos, las nacionalizaciones.
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